Alexander Aguilar
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La ciudad de Columbus, Ohio, es una maravilla en materia de tránsito. Bien podríamos decir que hay demasiadas calles para tan pocos autos que circulan.
Sobran avenidas y calles para los vehículos que andan en esta llamativa ciudad.
Cualquiera tiene mínimo cuatro carriles en un solo sentido y los carros se ven aislados, en medio de semejantes obras de arte en materia vial. Hasta uno que no es del lugar se siente seguro y muy a gusto conduciendo de arriba para abajo en esta ciudad norteamericana.
Y pese a estas vías extensas y sabrosas para el volante, los choferes temerarios no se ven por ningún lado. Claro, es que las multas son elevadísimas y una infracción le podría costar hasta $1.000 (¢580.000) y una pena judicial.
Se ven unos autos de primer nivel, apenas para conducirlos en pistas de la Fórmula 1, pero nadie corre más de lo debido. Los choferes más bien se pasan de cautelosos, pero es la forma en que aprendieron a transportarse.
Además, en caso de andar haciendo loco en las calles, uno se le podría escapar a una patrulla terrestre, pero no al helicóptero que se le pondría al corte, hasta llevarlo tras las rejas.
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