Isaac Lobo
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Cuando no está al frente de un micrófono, lo está ante un volante. Harry Mc Clean nunca le ha tenido miedo al trabajo: fue futbolista, salonero y ahora es una de las voces más reconocidas de las transmisiones deportivas. Es por eso que mucha gente lo reconoce cuando lo escuchan decir muy amable en su taxi: “¿adónde lo llevo?”.

Ojo a sus números, lleva casi 18 años de ser narrador deportivo en Monumental, estuvo 4 antes en radio Bahía de Limón y esto le ha servido para que pisar el suelo de 55 países siguiendo a la “Sele”.

De 6 a.m. a 8 a.m. de camino a su trabajo taxea, labora desde esa hora y hasta las 5 p.m. en Monumental y luego vuelve a “volar rueda” hasta las 10:30 p.m.

¿Cómo empezó a narrar?

Desde carajillo me gustó allá en Corales de Limón. A los 15 años jugando con Limón me quebraron el fémur y empecé con esto. A los 18 ya estaba trabajando.

¿También es periodista?

Sí me gradué en la San Judas Tadeo.

¿Es verdad que siempre llegaba tarde a clases?

Sí, porque tenía que trabajar en la radio y como salonero en La Caribeña, que es de un tío mío. Antes sólo me pagaban ¢2.000 por narrar, no me alcanzaba para nada. En 1995 me dieron plaza.

¿Quién es el mejor narrador deportivo de este país?

Por supuesto que Mario Mc Gregor, aprendí mucho de él.

¿Por qué los negros tienen tanto sabor para narrar?

Es como el baile, lo traemos en lal sangre. Es esa energía que llevamos por dentro.

Entonces, ¿baila bien?

Claro, de güila era un fiebre para el merengue, la salsa, el reggae y la cumbia.

¿Cuál foto guarda con más cariño?

Me la puso fea. Tengo muchas fotos, pienso que una que tengo con Pelé, me la tomé en París en 1998.

¿Cuál es el partido que le gustaría narrar más?

Ya lo narré, ganar en el Azteca a México, gracias a Dios, siempre lo quise.

¿Hace cuánto es taxista?

Steven Mora me enseñó a manejar hace 8 años y me dijo “uno nunca sabe si tendrá que manejar taxi algún día”. Ni me pasaba por la mente. Hace 4 años un amigo que tiene como 20 taxis me dijo que se lo manejara.

¿Lo reconocen?

Sí claro, hasta me piden autógrafos. Una vez una señora solo verme, le pregunté qué pasaba, porque me imaginé que me veía por ser negro, pero no, me comentó que me admiraba mucho y que yo era el mejor del país.

¿Le amarraron el “perro”?

Una vez una muchacha, que salió de El Pueblo. La llevé a Moravia y me dijo ‘ya vengo’. Todavía la estoy esperando, no fui a buscarla, es mejor perder una carrera que la vida.

¿Le han echado el cuento?

Sí, eso pasa, pero no les doy pelota. Uno tiene que marcar la cancha porque se le embarriala.