Isaac Lobo Pablo Aguilar
ilobo@aldia.co.cr
Ante los ojos de un verdadero metalero, hacer fila durante nueve días para asistir al concierto de Iron Maiden tiene un valor que no podría entender una persona cualquiera.
Estos roqueros son un clan, que incluye oficinistas, profesionales, jóvenes, estudiantes y amas de casa. Ellos dejan sus corbatas, vestidos y trajes enteros para identificarse en grupo, usando camisas negras y un amor profundo por una música que tuvo sus raíces en los años 50 y que veinte años después llegó a su clímax. Cada década dio un aporte distinto.
“No es un fenómeno de moda. El roquero y el metalero, que es un subgénero, son para toda la vida”, explicó Darren Mora, experto en el tema, metalero y quien tiene una tienda de venta de discos y libros Mora Books.
Para el experto, la afinidad no conoce edades, género, ni etnias; tampoco los separa la barrera del idioma o de la religión.
“El rock y el metal no son lo mismo, son un poco diferentes. El metalero es más fiebre que el roquero. Las personas que vinieron a ver a Maiden hicieron fila no para entrar primeras, sino para demostrar que es eran las “fans” más grandes”, asegura.
Para Mora los fiebres de Maiden son específicos de esa banda. “Quien hace fila por Maiden, no lo hará con Black Sabbath”.
Juntos
El pasado martes se vieron muchos ejemplos de fiebres.
Como la familia Morales González, en la que curiosamente la seguidora de la banda inglesa es la mamá, Zelma. Ella transmitió este gusto a sus dos hijos.
“Este es mi segundo concierto. El año pasado no pude traer al menor porque estaba pequeño, pero ahora decidimos venir los cuatro”, explicó González.
O como los amigos Edwin Chaves y Nelson Hernández. Compraron una camisa de recuerdo a ¢15 mil y se la pusieron encima de la del año pasado.
Lo que escribió Pablo Neruda encaja aquí perfectamente: “Hay un cierto placer en la locura, que solo el loco conoce”.
“¿Cómo no me va a gustar el rock? ¡Es la mejor música del mundo! Es motivante, inspiradora. Uno se desquita con el rock. ¡Es genial!”.
Con tan solo 22 años, Andrea Benavides vive este ritmo con una pasión que como ella dice, “algunas amigas no entienden”.
Esta herediana, al igual que otros asistentes, piensa que el rock no es una moda.
“El reguetón sí es moda, en cambio aquí esto se siente. Hay gente que lleva más de 30 años y cada vez que hay un disco nuevo lo sienten. En cambio, el reguetón siempre es lo mismo”, asegura.
Benavides cuenta que el rock llegó a ella en el año 2000 cuando unos primos le dieron un disco de Iron Maiden.
“Lo escuché y luego les dije que es esto era genial, por Dios”.
Andrea, quien disfrutó también del concierto del año pasado, relata que tiene la mayoría de discos de los británicos de Iron Maiden.
Para Arturo Azofeifa, el metal y el rock en general, “son un sentimiento, una forma de ser”.
“El metal no debería tener estereotipos; hay muchos profesionales como doctores, abogados y demás, que no aparentan ser roqueros pero lo son por dentro”, relata el conductor y productor del programa Rock Power en la emisora 979.
En su opinión a veces es difícil identificar un roquero de corazón. “La vestimenta es lo fácil, pero el que es seguidor de verdad no tiene que demostrar nada, tiene que sentirlo”.
Repasando su vida, Azofeifa asegura que lo mejor que pudieron haberle hecho fue prestarle un cassette de metal (“Master of Puppets” de Metallica) en el colegio pues desde entonces quedó enganchado.
Arturo explica que este subgénero del rock es una pasión. “Muchos de los que están en el concierto se lo perdieron el año anterior. Eso fue una vez, no creo que lo hagan dos veces”, dijo.
© 2009. Periódico Al Día. El contenido de aldia.cr no puede ser reproducido, transmitido ni distribuido total o parcialmente sin la autorización previa y por escrito del Periódico Al Día. Si usted necesita mayor información o brindar recomendaciones, escriba a webmaster@aldia.co.cr.