Milton Montenegro
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La rodilla izquierda se convirtió en un tormento para Alonso Solís, no soportó el trajín de los juegos y lo alejó de las canchas.

Son cuatro meses sin tener contacto con el balón y todavía le falta. Alonso dice que se ha armado de paciencia y al menos la confianza y la motivación regresaron, tras efectuar los primeros trotes y algunos piques.

“Es lo más duro que me ha pasado, no solo en lo futbolístico, creo que en la vida también”, indicó Solís, quien pasa los días entre la terapia, el gimnasio donde fortalece la rodilla y su hogar.

“Todavía renqueo, pero es normal. La verdad esto ha sido muy difícil para mí, pero lo más complicado viene días o meses después de la cirugía. Pasa el tiempo y uno quiere jugar”.

Alonso fue operado de meniscos y de paso se le trató un desgaste de cartílago en la rodilla.

“Recuerdo cuando por lesión Álvaro Saborío estuvo como seis meses sin jugar y Rolando Fonseca unos ocho. Yo decía qué fuerte, qué duro, pero la verdad es que no se sienten las cosas hasta experimentarlas en carne propia”.

Y es que la lesión no solo lo aleja de las canchas, sino que, según Solís, lo limita para muchas cosas en el quehacer diario.

“En muchas ocasiones uno se siente impotente, yo quería jugar, pero hubo momentos donde no deseaba ni ver los partidos, se siente mucha frustración”.

Para Alonso un alivio es que no se ha sentido solo.

“La ventaja es que mi familia y mis amigos han estado ahí para acompañarme. Por suerte a mí no me han abandonado”.

Optimista

“Quizá algunos piensan que no volveré bien, pero se equivocan, todavía estoy para dar más”.

Alonso Solís, delantero de Saprissa