Alexander Aguilar
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La defensa de la Selección se presentó ayer al Ricardo Saprissa con signos enormes de interrogación y no hizo más que ratificar su incapacidad de pies a cabeza.
Un 0-3 que no deja dudas de su vulnerabilidad en una zona de seguridad que volvió a verse muy mal. México se aprovechó sin dudarlo y la receta fue dolorosa.
Vayamos por partes.
Carlos Johnson le dio todo el tiempo del mundo para que Giovani Dos Santos anotara el 1-0 antes de ir al descanso. Le dio chance de hasta tomarse un café. Reculó, reculó, reculó y recibió lo que merecía por su marcación pasiva.
En el 2-0 Junior Díaz demostró que no está para el alto nivel. Giovani Dos Santos lo hizo verse ridículo antes de servir la asistencia para el gol de Guillermo Franco.
Para el 3-0 no fue muy diferente. La zona central de la defensa salió al achique y la tomaron mal parada. La velocidad otra vez fue veneno puro. Tenemos tortugas en línea de seguridad y contra equipos de primer orden solo estamos confinados al ridículo.
En el último dardo de la noche se vio lentísimo Darío Delgado y el mismo Junior Díaz. La defensa rayaba otra vez en el caos.
Reprobado igual que en Honduras. La línea de cuatro siembra el terror y el Mundial se escapa sin que la mejoría se asome.
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