Neyssa Calvo Achoy
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En la calle, quienes no lo conocen lo ven como un gruñón, pero cuando está con sus hijos se convierte en un caramelo.

Así es el cantautor Bernardo Quesada, quien adora a sus pequeños, Pablo de 11 años, e Isabel de 7 años.

Cuando habla de Pablo se llena la boca diciendo que llegó para darle lecciones de vida. Y si le toca el turno a Isabel, simplemente dice entre risas: “Vino a ponerme a comer en el piso”. Quesada tiene otro gran amor: la música.

Eso es algo inevitable porque siempre ha estado rodeado de ella. Creció escuchando la música de Luis Enrique Mejías en su casa. Al punto de llamarlo “Tío Luis”, comentó Quesada, pues su padre, Fernando Quesada, ha sido su amigo desde siempre.

El ritmo lo trae en la sangre porque además su abuelo Bernardo, tocaba percusión y marimbas.

El artista vive solo desde hace 15 años y en su casa produce toda su música, la misma que le ha valido un premio ACAM por sus dos discos: “Cuervo Blanco” en el 2000 como Compositor del Año y “Más cerca de mi corazón” en el 2007 como Cantautor y Productor del Año.

Además, no hace mucho fue premiado por los discos de MasterKey, Perrozompopo y Martín Valverde como Mejor Productor.

Su talento lo ha llevado fuera de nuestras fronteras. Tocó en Estados Unidos, México, Guatemala, Nicaragua, Brasil y Colombia.

Su objetivo dice: “es abrirle espacio a la música costarricense en otros países”.

Dejando de lado al maestro en su campo, Bernardo confesó que como todo ser humano tiene muchos defectos.

Es de los que no se complica la vida. Si se quema algo llama al electricista o si se estalla la llanta del carro llama a Raúl, un amigo taxista.

Y mejor aún, no tiene problema en manifestar su amor por el amigo sea hombre o mujer con un beso en la calle.

A fondo

Cree en sus muertos. Es decir, si necesita ayuda recurre a la gente que cree está más cerca de Dios. Sus amigos son su gran tesoro. Uno de sus mejores momentos lo vivió cuando fue papá canguro con Isabel.