Antonio Alfaro
Opine en mi blog “Verbos y goles”
Acabo de entenderme un tipo extraño, antisocial, casi prehistórico: sin página en Facebook, Twitter o red social que se le parezca, quizás tengo como inevitable destino convertirme pronto en un fósil viviente.
Acabó de entenderme viviendo en la montaña, en una cabaña, con libros de papel. Y si no tengo una barba como la de Moisés, es tan solo gracias a que una rasuradora cayó algún día en mis manos por obra y gracia del Espíritu Santo.
En un pequeño intento por acercarme a la civilización, me detuve ayer en un artículo del diario español El País sobre las redes sociales en Internet. Si todos lo habitantes de Facebook decidieran formar un país, sería el tercero más grande del mundo con 400 millones de personas –asegura el artículo–. No suena mal, sobre todo si su selección de fútbol –con tanto material para escoger– clasifica a todos los mundiales.
Dejándonos de divagaciones, al parecer, puede ser fácil, útil y hasta divertido –según me cuentan– a cambio de un poco de privacidad perdida y alguno que otro riesgo adicional.
En todo caso –dicen– basta con seguir algunos consejos. No publicar nada que no diríamos delante de la suegra. No tener más de 150 “amigos”, aunque Facebook al parecer, admite unos 5.000. No creer que esos 150 son realmente amigos. No cansar a los demás con mensajes. No pensar de más si un ermitaño como yo no acepta esa invitación a ser normal.
© 2010. Periódico Al Día. El contenido de aldia.cr no puede ser reproducido, transmitido ni distribuido total o parcialmente sin la autorización previa y por escrito del Periódico Al Día. Si usted necesita mayor información o brindar recomendaciones, escriba a webmaster@aldia.co.cr.