Franklin Arroyo González
farroyo@aldia.co.cr

         

Una caída de agua exuberante o un volcán en erupción. Lapas rojas, pizotes, jaguares y playas de lujo. Calor de la costa o frescura en las montañas.

Los parques nacionales envuelven mar, fuego, montañas y un sinnúmero de especies de animales y vegetación.

Visitamos uno de ellos: Tapantí en el Valle de Orosi yvimos el por qué debemos regocijarnos de que el 26 por ciento del territorio nacional esté protegido.

Respiramos aire puro, recorrimos senderos, observamos una catarata que deslumbra, vimos aves y mariposas. Nos bañamos en un río, llevamos sol y agua. Y tan sólo tardamos hora y media en llegar desde San José.

Costa Rica cuenta con 85 especies de aves, 15 de mamíferos, 81 de anfibios y 28 de reptiles.

Sólo vimos un pizote. Con más suerte, cuentan los guardaparques, quienes ven mapaches, dantas, felinos, monos, guatuzas.

Además, el país protege 17 especies de aves, trece de mamíferos, dos de anfibios y ocho de reptiles que están en peligro de extinción, según el Sistema Nacional de Áreas de Conservación.

Un estudio del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible de la Universidad Nacional (CINPE-UNA), dado a conocer el miércoles pasado, reveló que los parques nacionales generaron al país ¢780 mil millones en el 2009, en beneficios directos e indirectos, como el turismo.

“Además de resguardar biodiversidad y los ecosistemas del país, los parques nacionales ofrecen una variedad de bienes y servicios a la sociedad, como la protección de la mayoría de las áreas de recarga acuífera, asegurar la permanencia de las especies, o la fijación del carbono”, expresó Jenny Asch, gerente de Áreas Silvestres Protegidas del Ministerio de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones (Minaet).

Maravillas ticas