Viernes 13 de agosto de 2010, San José, Costa Rica
Ovación | Director general del Real Madrid
Valdano, el pilar merengue
El argentino muestra la verdadera esencia del fútbol, ahora fuera de la cancha
  • AlDia.cr
    Valdano inició su carrera en España a los 18 años.
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    Cuando vuelve a asumir como director general del Real Madrid en el 2009, se dan los fichajes más sonados y caros del fútbol mundial. En esta temporada confía en el técnico Mourinho.
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    En México 1986, al lado de Maradona conquistó la Copa del Mundo. En total, con la Albiceleste, marcó 11 goles.
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    Es pieza fundamental en el trabajo de Florentino Pérez. En su era como entrenador dirigió al Tenerife, Real Madrid y Valencia.
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Es un hombre que forma parte de la historia del Real Madrid, nació en Argentina, pero desde los 18 años empezó su carrera en España.

Jorge Valdano es de los pocos deportistas que pueden presumir de haber sido jugador, entrenador y finalmente alto directivo del equipo blanco, el Real Madrid. Sus labores como director general del club no compensan la nostalgia que le genera no jugar fútbol, eso lo dejó ver en una entrevista realizada por la Cadena Ser de España.

¿Cómo pasó un profesional del fútbol a tomarse este juego con otro tipo de responsabilidades, cómo es el cambio?

-Es muy distinto porque ahora hay más responsabilidad, entran a jugar cosas más serias y uno se relaciona con el juego de modo menos libre, pero el placer por jugar sigue estando ahí. Recuerdo la primera vez que fui a cobrar un premio por ganar un partido y tenía apenas 17 años. Salí corriendo de la oficina porque me parecía una estafa cobrar por debutar en primera división, me parecía una cosa tan exagerada.

¿El profesionalismo hace que el fútbol pierda algo de magia?

-No, de hecho cuando uno deja de jugar al fútbol tiene una pérdida que es imposible de compensar. Uno sigue trabajando dentro de este medio, pero la nostalgia por jugar sigue siendo invencible.

¿Qué le pasa a un jugador cuando sale al estadio y ve a cien mil personas?

-Parecido a lo que siente cualquier artista cuando sale al escenario. Lo que pasa es que nosotros no tenemos un libreto. El partido puede arrancar para cualquier lado pero hay un miedo al imprevisto, al ridículo y al espectador; todo eso genera tensión en el vestuario que uno trata de llenar como puede. Es un momento que ojalá el espectador lo viviera para que se den cuenta que el futbolista sufre.

¿Qué es lo que tiene el fútbol para provocar tanta pasión, sobre todo en Argentina?

-Siempre digo que Argentina tiene una relación claramente exagerada con el fútbol. Es un país que tiene depositado en el fútbol muchas más cosas que no resulta proporcional a un país. Tiene que ver también con un país que tuvo todo tipo de padecimientos; de repente apareció un equipo que de alguna manera reivindicó la “argentinidad”, todo eso fue generando alrededor del fútbol una pasión tremenda. El fútbol es un gran compensador de frustraciones y en Argentina, donde hubo mucha frustración, el fútbol se transformó en un refugio.

¿Hace cuanto tiempo no agarra una pelota y juega un partido casero?

-Mucho, hace cuatro años, desde que me caí de un helicóptero (2006) me da miedo de desarmarme (ríe). Me gustaba jugar y me hacía muy bien. Jugaba con los veteranos o a veces con mi hijo, pero desde entonces no me animo.

¿Qué es lo más sacrificado del fútbol?

-Bueno, es un mundo sin domingos, sin fines de semana, donde se condiciona mucho la relación con la familia porque son muchos días de ausencia. Además vives con una disciplina que tampoco te permite disfrutar a fondo de la juventud. Uno como jugador de fútbol de alguna manera prolonga la infancia, pero se salta la adolescencia y la fase de descubrimiento de la vida. Es una página que yo le di vuelta sin haberla vivido.

¿Y el cuerpo se resiente por las lesiones?

-Sí claro, el profesionalismo es malísimo para la salud.

¿Cuál ha sido la patada metafóricamente hablando que más te ha dolido?

-La que más me dolió fue una real en el Mundial del 82. A los dos minutos de debutar como titular me pegaron una patada que me dejó sin Mundial. Yo me sentía en el mejor momento de mi vida y la sensación fue de impotencia total porque no sabía que cuatro años más tarde iba a tener la suerte de ganar una Copa del Mundo. En ese momento pensé que la única oportunidad que se me había presentado me la había quitado la fatalidad.

 

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