Carlos Freer, cineasta
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Apenas despunta el nuevo año, cuando muere Manuel Saldaña, último rey de Talamanca, aquel 3 de enero de 1910. Y en ese mismo despertar del año, el volcán Poás hace una gigantesca erupción, que fue visible en la lejana provincia de Puntarenas.

En las noches veraniegas se empieza a vislumbrar una lejana estrella, que cada vez toma mayor tamaño y forma. El cometa Halley, con su inmensa cola, se hace visible en nuestro cielo, después de 76 años de ausencia.

Y cuando vamos por 13 de abril, un tremebundo temblor sacude la meseta central, dejando ingentes daños en las edificaciones de San José, pero especialmente de Cartago.

Los temblores continúan, con la atemorizada población cartaginesa construyendo ranchos en los patios y en las calles para guarecerse por las noches.

Ya eran como las 6 de la tarde del 4 de mayo, cuando un terremoto sacudió la ciudad de Cartago, destruyéndola casi por completo. Sus ruinas y centenares de muertos son, desde entonces, uno de los más tristes y enternecedores recuerdos de la historia patria. La poesía y la literatura sufren la muerte de Rafael Ángel Troyo, una de las víctimas del infausto terremoto.

Cuatro días después, como para empezar pronto la tarea de volver la ciudad a la vida, toma posesión de la presidencia su preclaro hijo Ricardo Jiménez Oreamuno.