Roxana Zúñiga Quesada, periodista
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Hasta hace muy poco desconocía su existencia. Pero la magia de Internet me la presentó y quiero compartir sus enseñanzas. Solo se necesita un corazón abierto y magnánimo.
La Llama violeta es la activa presencia de Dios actuando. Cuando uno es consciente de haber cometido un error, el primer acto debe ser invocar la ley del perdón y pedir fuerza y sabiduría para no repetir el error una segunda vez.
Dios tiene una infinita paciencia y no importa el número de nuestros errores. Si Él no nos condena ni culpa, ¿qué nos atribuye la decisión de perdonar o no a un hermano también equivocado? Seremos perdonados así como perdonemos, seremos transmutados así como soltemos los rencores y los resentimientos que solo nos amargan el corazón.
Todo ser humano ha cometido muchos errores, por esta razón nadie puede permitirse una actitud de: “yo soy más bueno que tú... “, sino que, por el contrario, se debe invocar la ley del perdón, ya que si se está sintiendo crítica, condenación u odio hacia otro hijo de Dios, jamás se prosperará.
Aquella frase de “A menos que tú perdones, ¿cómo esperas ser perdonado?”, es una de las más incomprendidas en la experiencia humana. . ¡Cuánto bien nos haría aplicar la ley del perdón y no dejar que las culebras de la envidia y la maledicencia aniden en nuestras almas! (Casi parezco sor Roxana, pero lo creo de corazón…).
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