Gabriela Gätjens, colaboradora
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Paraiso.- Ana Yaherlin Marín contestó el teléfono en la casa de sus papás el martes en la noche, era su tío Edwin, quien necesitaba coordinar la entrega de un documento.

Hablaron un instante y fue entonces cuando la joven comenzó a gritar; su esposo, Nelson Fonseca, había escalado por la verja de la casa vecina y quebrado el vidrio de la ventana de la sala. El familiar de la víctima intentó saber qué pasaba, pero la llamada se cortó; volvió a intentarlo, y alguien levantó el teléfono y colgó nuevamente.

No lo pensó dos veces, y salió lo más a prisa que pudo a la casa en el residencial Las Vicentinas en Paraíso de Cartago. Cuando llegó, su sobrina yacía en el garaje y el presunto agresor estaba herido; él mismo después de matar a su esposa, se había clavado pedazos de vidrio en el tórax.

Los tres hijos del matrimonio estaban en la vivienda al momento del ataque, todos presenciaron la muerte de su madre. Ayer en la mañana, una trabajadora social del Patronato Nacional de la Infancia, PANI, los atendía en la casa de unos vecinos.

Según le comentó Ana a su familia, esta era la definitiva.

Ya antes se había separado de su esposo, pero siempre regresaba con él, “por inexperiencia o porque tenían tres hijos”, explicó su tío Edwin.

Su primo Andrés Marín, dijo que Fonseca “la amenazaba, que si se iba, la mataba a ella, y luego se mataba él”.

La joven era víctima de violencia física y emocional. “Le pegaba, ya le había puesto tres demandas por agresión”, añadió su tío.

Horas antes del asesinato, Ana y su padre habían acudido al Juzgado de Violencia en Cartago; cuando regresaban, Fonseca los abordó, intentó hablar con la joven, y como su padre no se lo permitió, quebró con una piedra el vidrio al lado del conductor.

Vecinos confirmaron que el sujeto estuvo merodeando alrededor de las 5 p.m., el crimen se produjo unas tres horas después.