Rodolfo Martín
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Un canadiense y un tico propietarios –en ese orden– de una casa de apuestas y de una empresa de seguridad privada, comparecen como sospechosos de, al parecer, planear y ejecutar el 7 de setiembre del 2006 la muerte de Luis Diego Muñoz Vargas, un “exmanager” del primero.
El extranjero de apellido Mohamed y el costarricense apellidado Flores, concurren ante el Tribunal de Juicio de Desamparados que ayer entró en la fase final del debate.
Según la acusación, Mohamed y un socio de apellido Palermo, –con orden de rebeldía y captura–, descubrieron a mediados de agosto del 2006 que alguien les había sustraído $23.290.70 de una cuenta que tenían en el Banco Nacional de Costa Rica.
Esa persona, según el Ministerio Público, habría sido Muñoz quien supuestamente usó, de manera indebida, una clave electrónica para trasladar la suma.
El dinero, presuntamente llegó a las cuentas de una mujer y de un hombre quienes, a su vez, retiraron los fondos y se los entregaron a Muñoz.
Con parte de la plata, según las investigaciones, Muñoz compró un Hyundai Tiburón.
Cinco días más tarde sufrió un accidente en Puntarenas.
El vehículo quedó convertido en chatarra.
Al percatarse Mohamed y Palermo del faltante, llamaron a Flores, quien les brindaba el servicio de seguridad para que buscara a las dos personas que recibieron los depósitos.
Los sospechosos, conforme las pesquisas, descartaron la complicidad de la pareja y la emprendieron contra Muñoz.
Decidieron matarlo y, –según las investigaciones– le encomendaron la acción a Flores. Por ello le darían $7.646 en dos pagos.
Por la espalda
Palermo, sostienen las autoridades, llamó por teléfono a un hombre de apellido Ríos, ubicado en Guápiles, quien fue el encargado de atraer a Muñoz.
Lo llamó por teléfono y se hizo pasar por alguien interesado en comprarle la chatarra del Hyundai Tiburón.
Quedaron de verse en el parque de Desamparados, sólo que Ríos no iría, sino que a la cita iría Flores.
Muñoz llegó en el carro de un amigo. Le hizo señas para que lo siguiera para ir a ver la chatarra.
Al llegar al semáforo ubicado al costado norte de la Iglesia Adventista, ambos carros pararon.
Flores, aparentemente, bajó y, armado, según las investigaciones, se acercó al otro carro. Muñoz interpretó que era un enviado de Palermo y Mohamed, por lo que salió y comenzó a correr.
Aunque lo hizo de manera desesperada, fue alcanzado de un balazo por la espalda. Murió en el hospital San Juan de Dios.
“No existe ningún testigo presencial que incrimine a nuestros representados y, con relación a la prueba pericial, hoy quedó demostrado que una parte de ella fue recolectada de manera ilegal con lo cual contamina al resto”, declaró Rafael Gairaud, defensor de Mohamed.
Willy Escalante, quien se desempeña como fiscal de juicio, minimizó la posición de Gairaud y aseguró que toda la prueba fue obtenida según lo establecido.
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