Hamburgo / DPA. Antiguamente, cuando un partido de fútbol terminaba en empate, se solía elegir al ganador lanzando una moneda al aire. Hasta que hace 40 años el peluquero alemán Karl Wald tuvo la idea de confiar la fortuna final al disparo de penales.
El árbitro bávaro, que revolucionó el mundo del fútbol con su ocurrencia, llevaba largos años molesto, porque los partidos sin vencedor, después de la prórroga, se decidieran por la suerte.
En 1970 el réferi, peluquero de profesión, aportó una solución que le parecía más justa y que sigue en vigencia hasta hoy.
“Tuve siempre la sensación de que tenía razón. Sólo de esta manera puede haber un vencedor deportivo, sin “pero” que valga”.
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