Eduardo Solano
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A veces Sudáfrica se ve en blanco y negro.

El blanco lo vemos en los lugares exclusivos, en los puestos de dirección, en los colegios finos, en el rugby; el negro en lo opuesto, incluyendo el fútbol.

Aunque han pasado algunos años, las heridas y la gran diferencia entre blancos y negros se mantiene. En 1939 se promulgó una ley que reservaba el 8% del territorio de Sudáfrica a los negros.

A los blancos, que apenas constituían el 20% de la población, se les daba el 92%. Aunque las “reglas” han cambiado, el gran poder lo sigue teniendo la minoría.

Si no fuera por la presión internacional, es probable que habría continuado esa opresión.

Se estima que, desde 1994, un total de 250 mil sudafricanos blancos han emigrado del país.

Los que permanecen normalmente viven en comunidades aisladas, con poco contacto con la población negra.

El rugby y el fútbol marcan esa diferencia. Los ingleses tenían la siguiente frase: “el fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos, y el rugby es un juego de villanos jugado por caballeros”.