LISBOA/ AFP . - Portugal, patria del Premio Nobel de Literatura José Saramago, fallecido el viernes a los 87 años en la isla española de Lanzarote, rindió ayer un último homenaje a su hijo rebelde, que eligió el exilio en 1993 después del escándalo provocado por una de sus novelas.

La muerte del escritor suscitó una gran conmoción popular en Portugal en donde fue decretado un duelo nacional de dos días en honor al único autor lusófono en haber recibido el Nobel, distinción otorgada en 1998.

Más de 20 mil personas, según la Policía, se recogieron a lo largo del fin de semana delante de los restos mortales de Saramago, expuestos en la alcaldía de Lisboa. Desfilaron las personalidades pero sobre todo los anónimos, muchos de los cuales confesaron que "jamás leyeron sus libros", pero que lloraban la muerte de un defensor de los oprimidos.

"Gracias, obrero de las palabras que te pusiste al servicio de los humildes", se podía leer en el libro de oro abierto en la capilla ardiente, en donde numerosas personas llevaban un clavel rojo, símbolo de la revolución del 25 de abril de 1974 que puso fin a la dictadura en Portugal.

Al final una ceremonia reunió a los allegados del escritor y a personalidades, entre ellas el primer ministro socialista José Sócrates, la vicepresidenta del gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, y Jerónimo de Souda, dirigente del Partido Comunista.

Luego de la ceremonia, se levantó el féretro cubierto con la bandera portuguesa y sus restos fueron incinerados en el cementerio. Varias personalidades de Portugal solicitaron que las cenizas del escritor sean transferidas al Panteón Nacional.