Jueves 25 de marzo de 2010, San José, Costa Rica
Sucesos | Relato de Sobrevivientes a tragedia en Turrialba
“La gente pegaba gritos. Yo veía sangre por todos lados”
Pasajeras recuerdan momentos de horror cuando árbol aplastó buseta y mató a tres
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    Teresita Zúñiga dice que sólo pensó en sus hijos. “Le pedí a Dios que me mantuviera con vida. Fue algo horrible”. Fotos: J. Rivera.
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    Estephanie Campbell estuvo prensada 20 minutos.
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    La buseta después del accidente. Mario Castillo.

Miguel Calderón Suárez
miguel.calderon@aldia.co.cr

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Turrialba.- “Fueron segundos desesperados y de terror. La gente gritaba, pedía ayuda. Recuerdo ver sangre por todos lados. Yo estaba prensada entre las ramas de un árbol”, recuerda Teresita Zúñiga, de 35 años.

Esta madre de dos niños es una de las sobrevivientes al trágico accidente del martes anterior en Turrialba, cuando un árbol gigante de poró, aplastó una buseta y mató a tres personas.

Las víctimas fueron Jacob Santamaría González (el chofer) de 43 años, Rebeca Cervantes Páez, de 19 y Delia María Poveda Cisneros, de 44, esta última de nacionalidad nicaragüense.

Zúñiga, quien permanece estable en el hospital William Allen de Turrialba, contó ayer que el grupo de 14 personas, se dirigía hacia Siquirres.

“Regresábamos de San José. Andábamos comprando ropa, zapatos, cosméticos y cosas para el hogar, pues todos nos dedicamos a la venta de artículos por catálogo”, comentó la mujer.

Mencionó que salieron a las 8 a.m. de Siquirres y después de almorzar en el Paseo Colón, la buseta partió a las 4 p.m. de la capital.

“Como no había paso por el Zurquí, decidimos irnos por Turrialba”, afirmó. Cuando eran las 5:50 p.m. y a tres kilómetros del centro de Turrialba, sucedió la terrible desgracia.

En el momento del accidente, de los 14, cuatro estaban dormidos y los demás venían escuchando música y hasta cantando con el conductor.

Un ruido, gritos y muerte...

Estephanie Campbell, otra de las sobrevivientes, recuerda que, minutos antes, la buseta hizo una parada para que algunos viajeros fueran al baño.

“Percibí un estruendo muy fuerte y en segundos, sólo se escuchaban gritos y el sonido de una sierra cortando partes del vehículo. La microbús estaba destrozada”, rememoró la muchacha de 19 años.

De los 11 heridos, sólo tres de ellos se mantienen internados en el centro médico de Turrialba.

* Colaboraron Carlos Núñez y Alejandro Nerdrick.

“Quería estudiar turismo”

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El cuerpo de la joven será
enterrado hoy.

Ana Cervantes, madre de Rebeca Cervantes, joven de 20 años que falleció en el accidente del martes, recuerda a su hija como una joven especial y muy alegre.

“Mi muchachita soñaba con estudiar turismo. Estaba en quinto año de colegio, tenía ilusión por graduarse”, manifestó ayer la señora en su casa en Siquirres, mientras esperaba el cuerpo de su hija.

“Lo último que hizo antes de salir hacia San José fue darme un beso. Me dijo que me amaba”, agregó la mujer con un profundo dolor reflejado en su rostro.

Contó que en un principio la que estaba destinada a viajar era ella y no la joven.

“Me comentó que quería ir en ese viaje porque anhelaba unos zapatos que había visto en San José”, expresó.

El cuerpo de Rebeca fue velado ayer en Siquirres y será enterrado hoy a las 10 a.m. en el camposanto Jardines del Recuerdo en Santo Domingo de Heredia.

Conductor se ofreció a realizar el viaje

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Jacob es recordado como un
hombre jovial. / Foto: J. Rivera.

El conductor de la microbús, Jacob Santamaría, de 43 años, otra de las víctimas mortales de la tragedia, se ofreció a hacer el viaje, pues en un principio el que iba a conducir era Yens Fallas Alvarado, su jefe.

Según comentaron las sobrevivientes, el que siempre las llevaba hasta San José era James y no Jacob.

Sin embargo, días antes de viajar, la víctima, quien es padre de una niña de 14 años, dijo que él quería ir a ese paseo y darse una vuelta por la capital.

Santamaría era estudiante de secundaria en el Liceo Nocturno de Siquirres. Sus familiares comentaron que ese día Jacob tenía un examen de Matemáticas a las 6:45 p.m.

“Tenía muchos deseos de superarse, soñaba con ser profesor universitario”, aseguró ayer Dunia Agüero, sobrina del fallecido.

“Mi tío era un hombre divertido, cariñoso, muy creyente en Dios y le encantaba ayudar a las personas. No merecía morir de esta manera”, exclamó la joven.

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