Carlos Freer, cCineasta
cfreervalle@gmail.com

         

El día 7 de abril de 1856, desde la hacienda Santa Clara, salieron dos columnas hacia Nicaragua. ¿La misión?

Tomar los puertos de San Juan del Sur, en el Pacífico, y el puerto de la Virgen, en el Lago de Nicaragua. ¿El propósito? Impedir la llegada de refuerzos para Walker y así facilitar la toma de la ciudad de Rivas, objetivo principal del ejército costarricense.

La columna que se dirigió a la Virgen iba al mando de Juan Alfaro Ruiz. Al llegar, un grupo de trabajadores estadounidenses les dispararon desde diversas edificaciones. Los nuestros contestaron el fuego. La trifulca duró pocos minutos, pues a las primeras descargas los oponentes se dieron a la fuga.

Luego vino el 11 de abril y la célebre batalla en Rivas. Fue una lucha encarnizada, sangrienta. El acto heroico de Juan Santamaría puso más fragor a la lucha. La batalla siguió cruenta por varias horas más. Todavía a las 4 de la tarde no se vislumbraba un vencedor. Pero a esa hora, las tropas de Alfaro Ruiz (mandadas a traer desde la Virgen), irrumpieron en las calles de Rivas y con gran ímpetu lograron desalojar al enemigo de importantes puestos de defensa.

Tomaron la casa del Dr. Cole y tendieron un cerco sobre la plaza principal y la iglesia. El valor y decisión mostrados por Alfaro Ruiz y su gente, hicieron ver a Walker que estaba derrotado. Al día siguiente abandonó la ciudad. La guerra siguió por más de un año pero, ese memorable día, Alfaro Ruiz fue factor de victoria.