Edgar Fonseca
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De Ortega, la administración Chinchilla no debe esperar el menor gesto de buena voluntad.
Ni un ápice de sinceridad en sus manifestaciones de las últimas horas tras la gravísima violación territorial consumada bajo la mascarada del dragado del San Juan.
La Presidenta Chinchilla debe tener extremo cuidado de no caer en la celada que le tiende este experto en la política sucia.
“Si Costa Rica tiene alguna duda, platiquemos, pero que no sea en zafarrancho de combate”, se dejó decir ayer Ortega con su desparpajo de siempre.
Quiere barnizar de lucha contra el narcotráfico los movimientos militares en la frontera, cuando pocos dudan de la complicidad que hoy carcome aparatos militares y policiales nicas en connivencia con narcomafias internacionales.
La gestión de Chinchilla está ante una prueba importante para el manejo más sensato y prudente de la relación bilateral con el vecino.
Pero, también, la Presidenta debe apertrecharse en la mayor firmeza y denunciar ante el mundo los afanes violatorios a la soberanía tica que yerguen en su estrategia, en plena campaña de reelección, Ortega y su grupúsculo.
Con los hechos conocidos, el país tiene suficientes argumentos para evidenciar el flagrante reciente atropello.
Se metieron al San Juan que, siendo de ellos, lo pueden secar, si quieren, pero pretenden doblar más al sur sin que nadie se les interponga.
El vergonzoso tasajo en territorio tico, con toda la intención de desviar para sus ocultos propósitos, el cauce del San Juan, y las demás imágenes captadas por Seguridad Pública a escasas horas de la penetración de patrullas nicas, son prueba irrefutable de la violación perpetrada.
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