Miguel Calderón Suárez y Édgar Chinchilla, corresponsal GN
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Upala - Un escolar de nueve años identificado como Edgar Steven, murió ayer en la mañana luego de ser aplastado por dos portones cuando jugaba en el corredor de su casa en El Delirio de Upala.
Según información de los familiares, el papá trabaja en diversas actividades, entre ellas soldador. Hace unos meses le encomendaron hacer los portones del cementerio local, los cuales confeccionó hace varias semanas y no se los habían llevado.
Las piezas estaban en el corredor de la casa amarradas con mecate de nailon. El menor se encontraba viendo televisión, luego salió a jugar y se presume que soltó el mecate. La verjas le cayeron encima y murió en el sitio.
El niño cursaba el tercer grado de la escuela El Delirio. Ayer tenía su día libre porque el maestro andaba en una reunión, comentó su padre Noé Hernández.
Los portones pesan unos 150 kilos. Miden 1,5 metros de largo por 1,75 de alto y son de tubo metálico.
La familia tiene 22 años de vivir en el lugar. El chiquito era el último de seis hermanos.
La abuelita de la víctima, María Reyes dijo que todo fue muy rápido. “Escuchamos un estruendo y un grito, el niño estaba con las verjas encima, boca arriba y muy ensangrentado”, recordó.
Relató que entre ella y la mamá del menor, María Mayorga, le quitaron los portones de encima. De inmediato llamaron al papá y las autoridades de socorro.
Noé Hernández, padre del niño, comentó que le avisaron cuando estaba en el trabajo y corrió a la casa. “Me extrañé porque los portones estaban bien amarrados. Fue muy impactante ver a mi hijo, estaba con vida, respiró como unos cinco minutos hasta que falleció. Cuando las unidades de socorro llegaron ya había fallecido”, indicó. Los golpes fueron principalmente en la cabeza.
El cuerpo fue custodiado por oficiales de la Fuerza Pública. Horas después el OIJ lo levantó y lo llevó a la Morgue Judicial.
Destrozados
Noé Hernández, padre.
Me extrañé porque los portones estaban bien amarrados. Fue muy impactante ver a mi hijo aplastado sin vida”.
María Reyes, abuela.
Escuchamos un estruendo y un grito, el niño estaba con las verjas encima, boca arriba y muy ensangrentado”.
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