Rodolfo Martín
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Osvaldo Gerardo Muñoz Castro, un comerciante quien simuló su propia muerte para cobrar una millonaria póliza de vida suscrita apenas 48 días antes con el Instituto Nacional de Seguros (INS), ahora comparece ante el Tribunal de Juicio de San José donde se investigan 31 delitos distintos.
Al lado suyo figuran, también en condición de imputados, su “viuda” María de los Ángeles Lindo Lindo y el vecino de la pareja, Clotilde Javier Torres Orozco.
En la causa, se investigan 17 delitos de uso de documento falso, siete falsedades ideológicas, cuatro falsificaciones de documentos privados, una falsificación de documento público, una estafa consumada y una estafa en grado de tentativa.
Muñoz suscribió la póliza de vida con el INS, el 8 de octubre del 2008, según la acusación del ministerio Público.
El seguro fue por ¢15 millones y como beneficiaria aparecía su esposa quien, recibiría el doble, si moría en un accidente de tránsito y en un transporte público.
Muñoz, al parecer, salió el 23 de noviembre para Nicaragua y, dos días después, llegó la noticia de que había fallecido, a causa de un choque en un taxi. La “viuda” inició en diciembre los trámites para el cobro de la póliza y el 21 de abril del año siguiente, el INS le canceló un primer pago por ¢15,5 millones, según la acusación.
Al parecer, también cubría los gastos del “funeral” que superan los ¢750.000, según la Fiscalía.
Explota la bomba
La parte “doliente”, de manera paralela, también inició un reclamo adicional ante el Banco Nacional de Costa Rica donde, gracias al mismo seguro, esa entidad, tenía que cancelar varios préstamos que, por ¢28,8 millones, había sacado Muñoz. Y fue, en ese intervalo de tiempo, cuando trascendió la posibilidad de que no estuviera muerto.
Al parecer, un empleado del banco se topó con un pariente y le preguntó cómo hacían para enfrentar el dolor por su pérdida, según la Fiscalía. Este, sin embargo, aclaró que estaba vivo.
El INS, de inmediato, envió a oficiales suyos a investigar las causas del accidente y, no sólo descubrieron que la documentación ofrecida por la “viuda” era falsa, sino que ninguna autoridad había atendido ese “accidente”.
Incluso, el cuerpo no apareció.
El caso quedó en manos del OIJ que localizó al “muerto” el 22 de julio del 2009 en Sarapiquí. Este se tiñó el pelo y, al parecer, se hacía pasar por estadounidense.
La parte acusadora la sobrelleva el fiscal Edwin Reyes, mientras que la querella a cargo de José Francisco Alvarado, del Instituto Nacional de Seguros.
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