“Hay en Costa Rica un excesivo celo por los derechos. Eso se llama hipergarantismo, que es una perversión del garantismo. A veces se exageran los derechos hasta el absurdo”.
La frase dicha por el ministro de Seguridad, José María Tijerino, exfiscal General y reconocido hombre de leyes, en un reciente chat con ciberlectores de Al Día, cae como anillo al dedo en estos días en que la gente se pregunta el por qué de ciertas resoluciones en el sistema judicial costarricense.
Las autoridades se quejan, una y otra vez, de la facilidad con la que quedan libres individuos de amplio historial o serios antecedentes.
El reciente caso del asesinato de una mujer en Juan Viñas, al parecer, a manos de un exconvicto preocupa.
El principal y único sospechoso apresado por ese crimen, descuenta desde el viernes anterior un año de prisión preventiva. Vuelve a la cárcel que hace unos meses abandonó, donde purgaba una condena de 25 años por hallarlo culpable de cinco violaciones.
¿Quién le responderá a la familia de esa víctima, a su padre, madre, hermanos y esposo, si lo hallan culpable de nuevo?
De su primera condena, el tribunal le concedió la libertad a pesar de que el Instituto Nacional de Criminología, no la avalaba: “debe trabajar y ser abordado acerca del delito que lo tiene descontando –violación –”. Tener “(...) conciencia del daño ocasionado y de su problemática sexual”.
En tiempos en que se ordena la prohibición de retenes policiales, cuando EE. UU. nos coloca en “lista negra” por tráfico de drogas y donde casos como el de Juan Viñas estremecen a la sociedad, vale que en el sistema judicial no pierda de vista esa queja del “hipergarantismo” a la que alude Tijerino.
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