Franklin Arroyo González
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La muerte de Cristian Arias Rosales, el jueves 16 de setiembre, por una bala que tenía otro objetivo, es un ejemplo de la creciente ola de delincuencia que aqueja al país.
La tasa de homicidios pasó de 7 por cada cien mil habitantes a 11, en tres años, según estadísticas del Organismo de Investigación Judicial (OIJ). Arias, estudiante universitario, que en cuatro meses se graduaría como Ingeniero Civil, no tenía relación alguna con los hechos que se produjeron en San Rafael Arriba de Desamparados.
“Mientras no podamos controlar el flujo de drogas por nuestro país, vamos a tener más delincuencia porque el crimen organizado es expansivo. Uno no quiere ser alarmista, pero sería irresponsable minimizar los riesgos”, dijo el ministro de Seguridad, José María Tijerino.
No menos contundente es el director del OIJ, Jorge Rojas, quien comentó que Costa Rica no tiene ninguna condición especial para ser una excepción a la criminalidad que afecta a la región.
“Ese aumento nos preocupa. Son unos 500 homicidios al año y aunque la cifra es baja, en comparación a otros países de la región, tenemos que compararnos con aquellos países cuya tasa de criminalidad es de cero y resto”.
Vivir con miedo
El ciudadano palpa un temor pavoroso en las calles. Lo confirma Tania Umaña Muñoz, hermana de Jorge, asesinado el 4 de setiembre, en un aparente intento de bajonazo.
“Vivimos como si estuviéramos encarcelados, el miedo es mucho. Los periódicos sólo sacan cosas malas. No puedo creer lo de mi hermano. Por pura ira, lo querían asaltar”, dijo. El robo de vehículos, sin embargo, ha bajado en la incidencia, según el OIJ.
“Hemos reducido la incidencia en Alajuela, San José y Grecia. En la capital pasamos de 226 casos a octubre del año pasado a 108 de este año. Pero no podemos conformarnos con el éxito en algunos campos”, comenta Rojas.
El exministro de Seguridad Álvaro Ramos, culpa a la doctrina ultra garantista por el apogeo del crimen que sufre el país.
“Es la alcahuetería absoluta, por ejemplo, cuando la Corte Suprema y los Tribunales prohibieron a los barrios no tener agujas, o cuando amarran a los policías por los retenes policiales. Estamos jugando de casita con delincuentes profesionales”.
Añade que existe una protección exagerada e innecesaria hacia los delincuentes profesionales. “Ellos no se reinsertan a la sociedad, el sistema está para soltarlos”, dice.
Nada más cierto cuando apenas el viernes pasado, Costa Rica fue incluida por primeva vez en la lista negra de países con mayor tráfico de drogas ilícitas, especialmente cocaína.
“Nada nos hace pensar que eso vaya a disminuir, al contrario, mientras más presión ejerzan los gobierno de México y Colombia a los narcotraficantes más van a buscar hacia estas áreas. La estrategia para nuestro país debe ser generar condiciones tan adversas a los narcos que prefieran pasar de lejos”, opina Tijerino.
* Colaboraron Angélica Rodríguez y Alfonso Quesada.
Un hermano de una víctima que murió asesinada este mismo año y que prefirió no revelar su identidad, dijo que Costa Rica ha dejado de ser pacífica y que eso empieza a convertirse en todo un mito.
“Antes robaban la billetera y nada más, ahora le dejan clavado el cuchillo. Es demasiado, uno camina por los barrios y no se ve a nadie, menos policías. Esta calle donde vivo es muy insegura, roban celulares, hay de todo. Costa Rica no es pacífica, eso es un mito”.
Dijo que los policías requieren más preparación, pues sus padres le cuentan que antes corrían detrás de un maleante.
“Ahora son todos unos panzones, que se pegan una carrera y se mueren. Además, no pueden estar muy armados porque son policía, no ejército, entonces se requieren más grupos de choque y con mucho mejor capacitación”, expresó. Dijo que las leyes son débiles y el vandalismo crece.
La recomendación que da Joseph Alegría a los costarricenses es no salir a altas horas de la noche.
Él es hermano de Oliver Steven Alegría Prendas, quien murió asesinado de un balazo en Purral de Goicoechea, aparentemente por un asunto de celos.
Su adversario le disparó a quemarropa. “Sólo les digo que tengan precaución, que se cuiden mutuamente, que no busquen el peligro, no anden por las calles a altas horas de la noche, que no hagan loco”.
Al Gobierno le tiene otra petición.
“Que investiguen hasta el final, no que tres meses después del hecho dejen todo, cierren el caso, sin acabar las investigaciones”.
Tania Umaña, hermana de Jorge Umaña Muñoz, asesinado el 4 de setiembre anterior, dice que hace falta educación en el pueblo para acabar con la delincuencia.
Umaña Muñoz era un Ingeniero en Sistemas, que andaba en un automóvil. Los delincuentes se percataron de que llevaba artículos tecnológicos consigo.
Fue asesinado de un balazo. En un principio se presumió que se había estrellado en su auto.
“La criminalidad se tiene que quitar con educación, no con cárceles o penas. En otros países ha disminuido con educación”, dijo Tania. La joven dice que se les debe exigir a los patronos pagar el salario mínimo y combatir el desempleo.
“Así los delincuentes no tendrían que ir a buscar algo extra en la calle para mantener la familia. Debe haber centros para los drogadictos o sea que el gobierno les done droga para que no tengan que delinquir sólo por consumo, ya que solo lo hacen por esa necesidad”, expresó la joven.
Dijo que los dos sospechosos están libres, pero que la investigación avanza bien.
¿Cómo analiza la criminalidad actual?
Ha venido incrementándose de manera acelerada en los últimos años. Y la inclusión en la lista de países con alto tráfico de drogas lo confirma.
El ingreso de droga por las costas es el más importante. ¿Cómo controlarlo?
Somos conscientes de la casi indefensión y por eso el convenio de patrullaje con Estados Unidos. Con nuestro equipo naval es insuficiente, ni siquiera me atrevería a llamarlo una flota.
¿Qué hacen para minimizar el impacto de la delincuencia?
Nos hemos apuntado éxitos como la desarticulación del brazo de la familia Michoacana. Del 2006 al 2010 hemos desmantelado 381 organizaciones narcomafiosas y decomisado 102 toneladas de cocaína. Además hemos tomado medidas internas, como reforzar la presencia policial en las ciudades, retomar espacios y más vigilancia en ciertas franjas horarias.
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