Mauricio Astorga, actor
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México DF. La semana pasada les contaba del maravilloso desfile del Bicentenario en México y de la forma tan emotiva con la que la gente vivió este festejo.
Después del desfile en Paseo de la Reforma, me fui para el histórico Zócalo a ver el famoso “Grito de la Independencia”.
En la plancha principal del Zócalo no cabía un alma más y las banderas ondeaban con ilusión, a la espera de que arrancara el gran evento.
Al ser las diez de la noche, la fiesta comenzó. Por la avenida Cinco de Mayo entró la alegoría del “Ángel de la Independencia”, representado por una acróbata que colgaba de un enorme globo aerostático, con el que parecía volar verdaderamente.
Después, entró un batallón de nopales en rojo, verde y blanco, símbolo absoluto de la mexicanidad. Y dentro de este mar de nopales, navegaba un gigantesco barquito de papel, tripulado por niños, representando la esperanza de este país. La fecha del periódico: Domingo 16 de setiembre de 1810.
A esto siguió un verdadero carnaval de música y color, en el que sobresalió la presencia de todas las regiones de México, con sus trajes, músicas y bailes. ¡Cuánta riqueza cultural!
A las once de la noche, el presidente Calderón salió al balcón del Palacio de Gobierno y con el grito de “¡Viva México!, ¡Viva nuestra Independencia! ¡Vivan los héroes que nos dieron Patria!”, llegó el clímax de esta celebración, que se extendió toda la madrugada en las calles y casas de todo el país.
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