Evelyn Fernández Mora
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Grandes, pequeños, feos, bonitos, tuertos, quebrados, inválidos o abusados. Animales en estas o peores circunstancias han llegado a manos de Karín Hoad, fundadora del refugio Amigos de los Animales de Asís, en Heredia.

Hoad llegó al país con su esposo en 1994 y fundó la Escuela en las Nubes Asís y el Refugio de Vida Silvestre Yaguarundi, con la idea de contribuir con la protección y conservación natural.

“Desde niña siento esa preocupación por los animales y por el ambiente”, expresa la oriunda de California.

Ella es una de las personas que trata de contrarrestar la tenencia irresponsable y abandono de animales, una problemática difícil de controlar, pero por la que cada vez más personas se preocupan en Costa Rica.

“El país ha mejorado muchísimo y hay más conciencia sobre los derechos de los animales. Yo tengo 20 años de trabajar en esto y ahora veo, por ejemplo, más gente que organiza y participa en campañas de castración y que se animan a denunciar el maltrato”, comenta Gisela Vico, presidenta de la Asociación Nacional Protectora de Animales (ANPA).

En el refugio de Asís viven 182 perros, 35 gatos, 5 monos y un manigordo; estos últimos llegaron en mal estado de salud, ya que fueron criados como mascotas siendo animales silvestres.

“Ese es uno de los grandes problemas. Hay especies que la gente tiene en sus casas de forma irresponsable desde pequeños y cuando crecen ya no los pueden manejar, pero cuando los liberan ellos (los animales) tampoco saben cómo sobrevivir”, asevera Paola Víquez, voluntaria del refugio.

Víquez resalta la labor de Hoad, porque la mayor parte de los gastos del refugio en 16 años han corrido por su cuenta. Pero sí resalta que se ayudan con donaciones de algunas empresas y personas. “Hay veterinarios que nos trabajan a bajo costo y también padrinos y madrinas para los animales”, explica.

Hace ocho años Ileana Aguilar también sintió la necesidad de colaborar de alguna forma con los animales abandonados y callejeros, por lo que fundó la Asociación SOS Mascotas.

“Yo descubrí lo especiales, fieles y agradecidos que son estos seres y la necesidad que existe de ayudar a los desamparados”, dijo. Aguilar mantiene 40 perros y siete gatos en el refugio ubicado en su propiedad en Santa Ana.

“Mi hijo salió de una depresión gracias a la compañía de un perrito, son increíbles”, agregó.

Labor en equipo

En el país existen proyectos que colaboran con el cuido y manejo responsable de animales de forma más generalizada.

Tal es el caso de ANPA, que recibió por muchos años perros y gatos, aunque ahora está enfocada en una labor más educativa en todo el país.

“Concluimos en que se debe trabajar en la raíz del problema. Se realizan campañas masivas de castración a bajo costo en todas las comunidades, se visitan escuelas y colegios y se dan charlas para hacer conciencia en los niños y jóvenes”, resalta la presidenta Gisela Vico.

El Hospital de Especies Menores y Silvestres de la Universidad Nacional maneja un proyecto que consiste en identificar zonas con problemática, luego sus veterinarios y estudiantes se trasladan al sitio a atender a los animales.

“En el país se nota un cambio importante en la conciencia de la gente. Muchos han descubierto, por ejemplo, que se puede tener una comunicación especial con los animales por la misma falta de comunicación entre personas”, comenta el veterinario y coordinador Mauricio Jiménez.

Además, cuando se identifica a dueños de mascotas de bajos recursos en zonas cercanas al hospital, se les atiende con cita previa y de manera gratuita.

Fundación Faedes es otra organización que ayuda a especies en desventaja social hace más de una década.

Allí se le da un servicio veterinario especializado de traumatología a animales sin dueños o a personas de muy escasos recursos mediante un subsidio del Centro Veterinario Los Alpes y colaboraciones. “La idea es que la gente de bajos recursos tenga acceso a tratamientos caros”, señaló el voluntario Diego Abarca.

Casos especiales

El Hospital Veterinario de la UNA cuenta con equipo y personal especializado que realiza cirugías complejas, tanto para mascotas como para animales silvestres.

El veterinario Mauricio Jiménez, coordinador del Hospital, explicó que no se trabaja como un refugio, pero hay casos excepcionales y gratuitos con los animales silvestres sin amparo alguno.

Tal es el caso de una lora llamada Matilda que fue hallada en estado de “shock” porque, al parecer, fue atacada por unos perros. Le hicieron radiografías y se enteraron de que sufrió una fractura en el ala. Ahora está hospitalizada y con los mismos cuidados de cualquier otro animal con dueño.