Córdoba, España/EFE.- La niña española Alba Ramírez, de cuatro años, se recupera de forma excepcional de un tumor cerebral grave y poco frecuente, gracias a un tratamiento con células madre obtenidas de su propio cordón umbilical, que sus padres decidieron conservar cuando nació.
Los padres de Alba, que nació sin ningún problema de salud el 9 de febrero del 2007 en Cádiz, decidieron congelar su cordón y conservar así sus células madre.
“Fue decir: tal vez sirva o no, pero vamos a congelarlo. Y ha sido una decisión providencial”, indicó la madre, Teresa Molina.
Aunque no puede considerarse aún que Alba esté curada completamente, porque no ha transcurrido el tiempo suficiente -en oncología son necesarios cinco años-, lleva 19 meses sin tratamiento y hace una vida normal, aunque tiene que acudir a las lógicas revisiones periódicas.
A los 22 meses, ella empezó a tener unos síntomas que preocuparon a sus padres, especialmente inestabilidad a la hora de andar, lo que dio origen a un periplo de visitas a médicos hasta que se le diagnosticó un meduloblastoma.
El proceso de curación comenzó con la extirpación de la mayor parte del tumor adosado al cerebro y después se sometió a la pequeña a quimioterapia para reducir el tamaño del tumor restante, informó en un comunicado la empresa Crio-Cord, el banco español de conservación de células madre que congeló el cordón.
A continuación se le aplicó quimioterapia más intensiva para eliminar completamente las células tumorales, pero en esta última fase la quimio no solamente destruye el tumor, sino también el sistema sanguíneo del paciente; por ello, había que recomponer dicho sistema con células madre.
Entonces se procedió al trasplante de las células madre de su cordón umbilical.
Tras el trasplante, las células madre migraron hasta la médula ósea, donde se multiplicaron y empezaron a generar glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas, iniciando así la regeneración de su sistema sanguíneo.
A los 60 días del trasplante, le fueron infundidas nuevas células madre, en esta ocasión provenientes de su sangre periférica, para acelerar el implante plaquetario. 19 meses después del trasplante, la niña ha reconstruido completamente su sistema sanguíneo y tiene una vida normal.
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