Paulo Rodríguez C., colaborador
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A pesar de tener solamente cuatro años en tierras niponas, Mario Fernández Silva, embajador de Costa Rica en Japón, se siente un japonés más.

Este josefino extraña el sabor y olor de un buen gallo pinto o una sabrosa olla de carne, pero asegura que la entrega y el empeño por mejorar cada día de ese pueblo asiático, lo han convertido en un enamorado de las tierras del sol naciente.

A un día de haber cumplido 62 años, Fernández le da gracias a Dios y a la Virgen de los Ángeles, poder seguir contando los años después del violento terremoto de 9 grados y el tsunami que estremecieron a Japón el pasado viernes 11 de marzo.

¿Cómo ha sido su estancia estos cuatro años en Japón?

Ha sido algo enriquecedor. Este es un pueblo ejemplarmente trabajador y honesto, que siempre se preocupa por hacer las cosas bien hechas. Son un ejemplo de creatividad e ingenio. Es una gran experiencia ver cómo esta gente se levanta con gallardía y coraje de las diferentes calamidades de la vida que los han azotado.

Ante la tragedia que azotó a Japón, ¿cómo ha visto el comportamiento de los japoneses?

¡Son increíbles! Después de lo que pasó, lo hacen todo con serenidad y calma. Nadie diría que Japón sufrió el más fuerte de los terremotos y tras de eso, después fue golpeado por el tsunami. Su grado de preparación hizo que el terremoto fuera nada. Las cuadrillas que se vieron diez minutos después del siniestro solo aquí se pueden ver.

¿Extraña el gallo pinto?

Extraño todo de Costa Rica: el sol, la luz, el cielo, el aire que se respira en las mañanas, el cafecito nuestro con ese aroma, el queso Turrialba, blanco y fresco, los plátanos maduros y la olla de carne que hacemos, que es única en el mundo.

¿Cómo pasó su cumpleaños especialmente en tiempos en que ese país está de luto?

La verdad estar con un pueblo tan digno, tan fuera de lo común y sobresaliente, cualquiera pasa muy bien el cumpleaños. Ver el ejemplo de esta gente, es el mejor regalo que se le puede dar a cualquiera, además conté con el apoyo y la presencia de mi esposa Gabriela que ha sido a través de 40 años, mi compañera incondicional en las buenas y malas. Igual estuve muy recato, porque no puedo perder de vista los 17.000 muertos que dejó este sismo.

¿Qué comidas forman parte de su menú ahora en Japón?

Son muchas. La verdad, la comida de la cultura japonesa es espectacular, tienen mucha variedad, entonces no tengo queja de esto. El tempura, sushi, la sopa de miso y el nato, son solo algunos de los alimentos que me encanta consumir. También hay algunos exóticos por así decirlo, que si no se sabe como manipularlos, hasta le pueden ocasionar a uno la muerte.

¿Cuántos hijos tiene?

Tengo cuatro maravillosos hijos, Ariana que es la mayor y tiene dos hijos y vive en Hawaii, Eleonor que está embarazada y está en Camboya, Alberto que vive en Bélgica y el benjamín, Alejandro que está en Costa Rica estudiando leyes en la UCR.

¿Cómo hace su familia para verse si todos viven en diferentes puntos del mundo?

Gracias a Dios y a la tecnología ahora nos podemos comunicar todos los días por medio de Skype, hasta nos podemos ver y contarnos todo. La última vez que toda la familia se reunió fue en Camboya donde Eleonor y hace dos años.

¿Qué ha sido lo más gracioso que le ha pasado en este tiempo en Japón?

Precisamente, pasó ahora después del terremoto, que un día escuché a un japonés decir que después del terremoto y el maremoto, solo faltó que saliera Godzilla (risas). Para los japoneses este personaje es como Mickey Mouse para el Occidente, es la mascota y le tienen mucho respeto.

¿A quién agradece después de lo que pasó?

A todas las personas que han estado conmigo, Fabiola (empleada de la embajada) que ha sido una gran mujer que fue la que se encargó de buscar a todos los costarricenses aquí, la presidenta Laura Chinchilla, el canciller René Castro y muchos más.