A la fanaticada que casi llena en su totalidad la “Cueva” no le importó el viento frío, la amenaza de lluvia ni siquiera el haber visto anoche, el mismo concierto de hace un año de su gira “No hay imposibles”.
A las 4:30 p.m., las puertas se abrieron y desde entonces como un reloj de arena fueron contando los minutos.
No hubo telonero, pero las seguidoras del boricua fueron endulzadas con una hora de videos musicales. Lo que lejos de calmar su ansiedad provocó que se pusieran más deseosas de ver a su “papucho” querido y soñado.
* Colaboró Isaac Lobo.