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Miércoles 26 de octubre de 2011, Costa Rica
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Opinión

¡Ya no maten a Andrés!

Amado Hidalgo

Periodista

Diez días después de regresar del Mundial de Estados Unidos 94, Andrés Escobar Saldarriaga fue asesinado de 6 balazos en el estacionamiento de un antro colombiano, a manos de un fanático que quiso cobrarle por el autogol que despidió a la poderosa Colombia de sus sueños de gloria.

Mejor suerte corrió el paraguayo Salvador Cabañas en un bar mexicano el 25 de enero del 2010, aunque el poder destructivo de las balas lo tuvo al borde de la muerte y lo sacó de la cancha, posiblemente para siempre.

El pasado 16 de octubre, Fabián de La Mora, simulando un revolver con su mano, apuntó sobre la sien de su compañero Alberto Medina. El festejo de Chivas terminó con el segundo “muerto” a manos del goleador sicario.

En Costa Rica hemos visto jugadores de Limón “ametrallando” a sus compañeros o al pistolero “Bill” disparando su euforia contra tirios y troyanos, en pleno festejo de gol.

Cada bala simulada en esos gatillos irresponsables percuten en la memoria de Escobar y provocan una herida a la distancia en el corazón de Cabañas, quien lucha por recuperar sus facultades de futbolista.

Esas alegorías al asesinato no pueden ser parte del festejo, en tiempos donde todos vivimos presos del temor a que el robo de un celular sea el de nuestros días terrenales.

Si el futbol tico clama por erradicar esas chusmas a las que llaman barras organizadas, ningún árbitro debería permitir que un futbolista se convierta en mensajero de la muerte, en esos segundos donde las cámaras lo ponen en el pedestal de la fama.

Si ya la lucha de barras aquí y en todo el mundo llora sus muertos, no alimentemos la inconsciencia colectiva con esos rituales grotescos e idiotas. Tan idiotas como doña FIFA y sus árbitros, que prohiben mostrar camisetas con credos religiosos pero callan y toleran los festejos con matanza incluida.