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Domingo 25 de septiembre de 2011, Costa Rica

Editorial

Brasil: el desafío de Pinto

En pocos días, aterrizará en suelo nacional, la siempre poderosa Selección de Brasil, la histórica escuadra que con sus colores verde y amarillo sacude el país que sea.

De las escalerillas del avión –salvo un imprevisto – bajarán entre otros, el veterano Ronaldinho y el juvenil Neymar, las dos caras de la moneda de un equipo en formación y del que el mundo entero está pendiente siempre.

“Brasil es Brasil, donde quiera que vaya y con quienes vaya”, dicta una frase cliché, que por sí sola resume el estirpe de la selección pentacampeona del mundo.

Por su madera de campeón, la “Canarinha” no se anda con rodeos cuando tiene que atropellar a su oponente. Si el rival le pone una mejilla para recibir una bofetada, le empareja la otra.

Y es ahí donde aparece Costa Rica, el rival de turno, con un nuevo jefe de filas –Jorge Luis Pinto – y una hoja en blanco tras desechar la que escribió a brincos y a saltos Ricardo La Volpe.

Serán los primeros noventa minutos del estratega cafetero en la silla de entrenador y de una vez frente a una escuadra clase A.

¡Tremendo desafío para el señor Pinto!.

Regresar al banquillo patrio y acomodar sus piezas en función de un rival cinco estrellas no se presume una tarea sencilla.

Y más porque lo suyo será armar un equipo contra el tiempo, una tendencia que lo acompañará ahora y siempre, desde amistosos hasta la eliminatoria mundialista.

La prueba de fuego despierta un interés gigante y un atractivo especial: hace cincuenta años que un seleccionado brasileño no pisa territorio costarricense y esta vez hasta un campamento realizarán en el país.

Que una selección de tanta calidad utilice suelo tico como espacio de preparación deja una impresión más que positiva por lo que implica servir de anfitrión.

Tener a Brasil en nuestro terruño obligará a los reflectores a posarse sobre Costa Rica, el mismo país que en 1990 vio como sus jugadores se colgó de los palos para no recibir una tunda en aquel inolvidable verano italiano.

Comienza un ciclo...

Será a partir de ese juego cuando empiece lo serio, el trabajo formal, las conclusiones, repercursiones.... Pinto será el arquitecto, el hombre de las ideas, el de los trazos largos y cortos, el que cuidará cada detalle y el responsable de no dejar un solo cabo suelto. Ya por su condición él llevará el maletín más pesado.

A cargo suyo tendrá un grupo de hombres cuya obligación será arrollarse las mangas y trabajar, responder, cumplir más allá del límite permitido, sudar la camiseta y demostrar que al equipo de todos llegarán los que realmente merecen una oportunidad.

Implica responsabilidad y compromiso, no un desfile de nombres que copen la estadística y calienten la banca o la gradería.

Más allá del discurso optimista está la realidad, seis años después de su última vivencia en la Tricolor, Pinto ya no dispondrá de Paulo Wanchope en la delantera ni de un Luis Marín con la cinta de capitán en defensa.

Ellos serán sus fieles acompañantes desde la impotencia de la banca. “Chope” verá como otro batallará entre los zagueros y Marín que la línea de cuatro no deje agujeros.

El timonel colombiano hereda un equipo que reúne dos generaciones distintas, la que fracasó en el intento de asistir a Sudáfrica 2010 y la que puja por hacerse un nombre y llegar al cada día menos lejano Brasil 2014.

El tiempo le favorece, la cacería por los boletos mundialistas arrancará en junio de 2012 y ello le ayudará a moldear un equipo a su gusto.

La gran duda es si encontrará las piezas idóneas para armar el rompecabezas y conservarlo intacto; que no se le desbarate en el camino como le ocurrió cuando aspiraba a Alemania 2006.

“Hoy hay más talento que hace seis años”, afirmó con fuerza Pinto, en un discurso que separa opiniones y despierta polémicas.

El próximo 7 de octubre, en el estadio Nacional, Brasil le dará un primer mensaje a la Tricolor y la ubicará de golpe, sembrará esperanza o mantendrá el ceño fruncido en una afición cada día más exigente y menos complaciente.