Si sospecha que su hijo consume drogas no pierda la calma, siga su pista y busque la manera adecuada de darle una mano.
Como cualquier otra enfermedad debe ser primero diagnosticada y enfrentarlo lo más pronto posible para que el paciente empiece a sanar.
Según los psicólogos Sarita Álvarez del Hospital Clínica Bíblica y Alexánder Grant, consejero familiar de Enfoque a la Familia, hay señales físicas que insinúan que los menores están en apuros. Los padres tienen que observar ciertos cambios físicos como baja de peso sin explicación, la falta de apetito, suele tener los ojos rojizos y muchas veces tienen ojeras importantes.
Además, hay otros signos que tienen que ver con su comportamiento y los delatan como aislamiento, mal humor, se muestran ausentes y desafiantes a las normas de la sociedad, dijo Álvarez.
Asimismo hay cambios en su desempeño escolar y descuidan su apariencia, anotó Grant.
¿Cómo abordar el tema? Lo fundamental es dar paso a la comunicación, hablarlo con calma sin atacar y buscar ayuda terapéutica debido a que se debe encontrar el trasfondo de la adicción. En especial, suele suceder que el joven se refugia en la droga para manejar una situación emocional que lo aqueja.
Al final, se trata de un proceso que implica mucha paciencia por ambas partes.
Mucho ojo
Si su hijo ha perdido interés en sus aficiones, deportes y actividades favoritas.
Nunca confronte a un joven que esté bajo la influencia del alcohol u otras drogas. Espere el momento para hablar.
Ponga cuidado si se encierra en su cuarto y no quiere hablar. Busque la opinión de los maestros del centro educativo.
