Sucesos
Domingo 29 de enero de 2012, Costa Rica

Madre de víctima: “Tengo pendiente agradecer al que alertó”

Nunca se supo quién tiró el cuerpo de Maureen

Hugo Solano

hsolano@aldia.co.cr

Cuatro allegados oyeron del propio Luis Fernando Burgos que había asesinado a su esposa; solo uno se animó a denunciarlo. De no haberlo hecho, el caso pudo haber quedado impune.

A Burgos, un brillante defensor público, un batallón de analistas criminales, investigadores y científicos lo acorralaron para demostrar su autoría.

Ni las pesquisas ni la tecnología alcanzaron para responder a las interrogantes de quién fue la persona que lo ayudó a llevar el cuerpo desde el condominio en Zapote hasta un guindo en Atenas, cómo sacaron el cadáver de la vivienda sin ser detectado y en qué carro se movilizaron.

Vera Mora, madre de Maureen Hidalgo –a quien Burgos asesinó el 11 de julio del 2006 – está convencida de que alguien ayudó a movilizar el cuerpo. “Él solo, jamás. Quedamos con la espinita”.

Ella aún tiene pendiente darle las gracias al empresario Guillermo Hütt. Fue él quien dio el aviso a las autoridades. “Mientras no hable con él, siento que me hace falta algo. Dios lo iluminó y gracias a él, el caso se aclaró”, dijo.

Agregó que la madrugada en que botaron el cuerpo, un conductor vio a dos hombres en Las Vueltas del Macho Chingo, Atenas.

Esa persona detuvo el carro y les preguntó si ocupaban ayuda, pero le dijeron que se les había varado el carro y que ya habían coordinado con la grúa. El testigo nunca fue localizado.

La familia no ha recibido la indemnización de ¢50 millones por el crimen, ya que el Juzgado de Alajuela no ha resuelto.

Al Zurquí o al Aguacate

Según la declaración de testigos en el juicio, registrada en la sentencia integral, el miércoles 12 de julio Burgos fue a la oficina del abogado Rodrigo Rosales y dijo que había estrangulado a su esposa. Lo dijo en presencia de un cliente: Anthony Calderón.

Este último declaró en el debate. Afirmó que Burgos le pidió ayuda y dijo que el cuerpo lo tenía en la sala “envuelto en bolsas plásticas, cubriéndole la cabeza”. Le había colocado algodones en las orejas para que no derramara líquidos y no dejar rastros de sangre u otros fluidos.

El jueves 13, Burgos buscó al empresario Hütt y le expresó que hacía dos días había matado a Maureen. Intentó, en vano, convencerlo para que le ayudara a deshacerse del cuerpo.

Le dijo que podían tirarlo en la Braulio Carrillo o bien en el Monte del Aguacate, en San Mateo de Alajuela.

Al parecer, esa noche el defensor logró la ayuda de alguien y así pudo continuar con su ardid.

Buscó a la madre de Maureen y con ella fue al OIJ a interponer la denuncia por la “desaparición”.

Para el criminólogo Gerardo Castaing, Burgos se delató al pedir ayuda, ya que le dijo a varios que había matado a Maureen. “Podría ser que la persona que lo auxilió conocía bien esa zona o la usara para viajar por algún motivo. Puede ser una persona que estuviera comprometida con él por alguna situación”.

Ángela Mora, prima de Maureen, dijo ante el Tribunal que su pariente conoció a Burgos en una sala de juicio. Ella era asistente; él era defensor. Manifestó que Burgos le mintió sobre su edad al decirle que tenía 38 años. Se casaron y al poco tiempo Burgos comenzó con problemas de celos.

Llorando en el juicio, la testigo contó que una vez Burgos agarró a Maureen del cuello y la revolcó en la cama. Maureen se fue de la casa, pero luego Burgos la sedujo con rosas.

El domingo 16 de julio del 2006, justo cuando la pareja cumplía un año de casada, un peatón encontró el cuerpo de Maureen Hidalgo en el guindo.

Estaba seis kilómetros antes de llegar a Atenas. Yacía boca abajo y una bolsa plástica negra le cubría la cabeza. Tenía los brazos extendidos y las piernas flexionadas. En la espalda se notaba un tatuaje rojo con verde, en forma de corazón. Tenía una rosa y en leyenda se leía: “LuisFer”.