Limón.- Un pequeño pueblo, similar a una pestaña de historia perdida en el tiempo, intenta hoy en día mantenerse en pie arrecostado a un lado de la vía del tren.
Esa comunidad es 28 Millas de Batán, en el pasado poblada por luchadores campesinos orgullosos de sus plantaciones de cacao y plátano.
Algunas familias como los Mantley, Channer, Wint, Williams, White, Rashfort, Copelant, Allen, Row y Cameron –entre otros – se mantienen aferrados a las tierras y las casas que sus abuelos levantaron cuando llegaron a Limón contratados para trabajar en la construcción del ferrocarril al Atlántico.
Los años de esplendor, en el ramal de Línea Vieja, son cosa del pasado, pero lo cierto del caso es que en 28 Millas aún se respira esa herencia de honradez y trabajo que marcó la vida de sus fundadores.
Caño Castilla es un mar de carencias
“Lloro de emoción al ver entrar a todos a la ...
Fuerte oleaje en Pacífico y Caribe