LONDRES/EFE.- Cientos de fans de los Bee Gees llenaron ayer las calles de la ciudad inglesa de Thame, en el condado de Oxfordshire, por el funeral de Robin Gibb, fallecido a los 62 años el pasado 20 de mayo tras una larga lucha contra el cáncer.
Entre las leyendas de la música pop, que vendió con el grupo más de 110 millones de copias, el músico padecía cáncer de colon y el pasado abril estuvo hospitalizado en una clínica privada de Londres en estado de coma por una neumonía.
Su ataúd recorrió hoy en una carroza blanca con rosas rojas en la parte superior tirada por caballos toda la ciudad, desde la casa de Gibb hasta la iglesia de St Mary. A la entrada del templo se colocaron dos velas y las butacas de madera se decoraron con flores y con la imagen de los tres componentes de los Bee Gees: Robin, Maurice y Barry.
Durante la celebración del servicio religioso sonaron temas del exitoso grupo.
Barry, el único integrante de la formación todavía con vida, estuvo ayer en el funeral de su hermano, junto con su hijo Stevie, y los hijos de Robin, RJ y Spencer.
Su familia indicó, según la cadena británica BBC, que su último deseo era despedirse de la ciudad y de sus seguidores.
Gibb, que había conseguido recuperarse de un cáncer de colon e hígado diagnosticado en 2010, fue sometido el pasado 25 de marzo a una operación intestinal.
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