Vivir Hoy
Martes 16 de octubre de 2012, Costa Rica

Cuando los “peques” pierden el control

Emociones a raya

Neyssa Calvo Achoy

ncalvo@aldia.co.cr

Los “peques” tienen tanto derecho a enojarse como los adultos, pero deben aprender a mantener sus emociones bajo control.

Y que es cuando se llenan de ira suele suceder que se extiende más de lo necesario provocando la irritación de los grandes.

Para entenderlos mejor no hay que olvidar que se trata de un estado emocional que varía en intensidad viajando de un enojo leve a la furia intensa, dijo Ana Yendry Morales, psicóloga clínica.

“Algunos se enfadan más fácilmente y de un modo más intenso que la persona media, pues algunos no muestran su rabia aunque están crónicamente irritables, resentidos aumentando su ritmo cardíaco y presión arterial”, destacó Morales.

Agregó que hay evidencia de que algunos niños son susceptibles a irritarse desde muy temprana edad y la causa puede ser genética o fisiológica.

Ante una crisis es vital darse su tiempo porque al enfrentarlos su reacción no será la misma si están calmados que si estuvieran excitados, dijo la psicóloga Melissa Céspedes.

En su opinión, hay que dejarle ver al menor que sentir molestia hacia algo o alguien no es malo, pero si la forma en que lo expresa porque suelen lastimarse, tirar objetos o agredir a terceros.

Agregó que los padres de familia deben también aprender a controlarse tanto como sus niños. Es decir no elevar la voz y no responder igual que ellos porque se refuerza su conducta.

Lo mejor es abandonar la habitación dejar que lloren, griten y para ayudarlos a bajar todavía más sus emociones se les puede dar a los chicos papel para romper o bien hacer bolitas y puedan tirar a la basura, señaló Céspedes.

Una vez que se calman tienen que saber que siempre hay consecuencias por sus actos y pueden ser negativas si su conducta no es la correcta.

¿Cuándo buscar ayuda? Si nota que los episodios son frecuentes, va creciendo la agresividad y teniendo un impacto negativo en sus relaciones es hora de buscar un profesional, sugirió Morales.

Y en casa, se debe localizar el origen de su comportamiento porque pueden ser víctimas de depresión, frustración y hasta de violencia en la escuela.