Neyssa Calvo Achoy
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La herediana Johanna Solano siente que está viviendo un sueño desde que se convirtió en la latina más bella del mundo.

Su larga cabellera, espontaneidad y simpatía la hicieron sobresalir entre las 23 bellezas hispanas y europeas que deseaban ser Miss América Latina del Mundo.

Un título que la tica levanta con orgullo desde el sábado y que también la retuvo hasta el miércoles en Punta Cana, República Dominicana, donde se realizó el certamen.

Johanna le comentó a Al Día que fueron 19 días intensos, entre ensayos, sesiones de fotos y entrevistas con los medios. Incluso, hubo momentos en los que quiso tirar la toalla, pero nunca lo demostró.

¿Qué fue lo más difícil?

Los zapatos de tacones, porque no me los quité desde que llegué a República Dominicana. Los usé por 19 horas seguidas.

¿La tomó por sorpresa la decisión del jurado?

No me lo esperaba, se decía que la más fuerte era Estados Unidos, pero el jurado cambió de opinión al final.

¿Qué logró el giro?

Dicen que la prueba en vestido de baño y mi soltura para expresarme en público. Las cinco finalistas tenían que dar un discurso y yo traté de ser lo más natural y sincera posible.

¿Cómo se sintió en el concurso? ¿Era lo esperado?

Hice muchas amistades y también sentí la rivalidad entre las concursantes.

¿Cuáles fueron las virtudes que la hicieron ganar?

En esto hay que ser muy chispa y andar un paso adelante. Creo que mi actitud me ayudó porque no me quejé nunca, aunque los ensayos eran muy cansados y largos.

¿Cuáles serán sus responsabilidades como Miss América Latina?

No tengo claros mis compromisos con la organización. Pero en Costa Rica quiero ayudar a evitar que los niños abandonen las escuelas y crear un plan para darle casa a las familias que viven en zonas de riesgo.

¿Va a usar su corona para levantar la imagen de la mujer?

Sí. Más allá de la imagen de la mujer, quiero elevar el concepto que se tiene de las reinas porque es más que firmar autógrafos. La corona debe ayudar a terceros.