Franklin Arroyo González
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Los nervios la están matando. Sin embargo, no pierde la fe. “Voy a prender velitas el martes”, dice Madelene Villalobos, cuyo hijo David Araya, de seis años, será sometido a una operación que, aunque sencilla, no deja de ser una preocupación.

“Tiene las glándulas muy grandes. Era muy enfermizo, pero me tranquiliza que ya existe un diagnóstico”, expresó esta herediana que está muy satisfecha con el trato que le dan en el hospital.

“Tenía una infección muy grave. Aquí me dijeron que si no se operaba, igual se iba a enfermar, expresó Villalobos quien inicialmente tenía a su hijo en tratamiento con un médico privado.

Añadió que de no ser por el hospital, no podría operar a su pequeño. “La operación no sé cuánto cuesta por fuera, pero no podría pagarla. Mi esposo y yo podemos pagar un pediatra, pero hasta ahí. Creo que hay gente muy capacitada y el trato ha sido excelente”, manifestó.