Pido la palabra

Faltó mucho para el aztecazo

Si de algo nos hemos sentido orgullosos los costarricenses- hablando de fútbol- es de la derrota que nuestra selección le propinó a los mexicanos en el mismísimo Estadio Azteca. A esa hazaña deportiva se le llamó el astecazo. Porque jugando contra equipos de la Concacaf, o sea, de nuestro charco (para que se enteren los no avezados en la jerga futbolística) ha sido la única derrota que la selección mexicana ha sufrido en su coloso mundialista, como decimos los cursis.

Antes del partido del pasado miércoles 17, especialmente la televisión y la radio especularon con la posibilidad de una segunda edición de aquella performance. ¡Pero qué va! En aquella ocasión se jugó con determinación. Con la convicción de que las victorias se alcanzan cuando se va por esa meta. Porque especular con un empate no trae más que la derrota.

No en balde, el portero Sánchez, de la selección mexicana, manifestó que él veía que los jugadores de nuestro equipo eran buenos. "Pero yo los pondría a jugar de otra forma", agregó. La otra forma supongo que no sería muy distinta a como él juega: con deseo de triunfo, con seguridad en sí mismo, con temple. Como debería ser nuestro actuar en todos los órdenes de la vida.

Esperar a que el rival falle todas, que una chiripa nos depare algo, que el calculador triunfe sobre el hacedor, nunca ha producido un aztecazo. Ni en el "coloso" ni en ninguna parte.