El Nuevo Día de Puerto Rico/GDA.- Con los ojos cerrados y la cabeza inclinada levemente, Ángel Pantoja Medina parecía descansar de pie en la esquina de su sala, en el apartamento 47 del residencial público Juan César Cordero.
Pantoja murió baleado, y su cuerpo fue encontrado la madrugada del viernes pasado bajo el puente de Cantera, a la orilla del caño Martín Peña.
Obedeciendo su deseo: “Que me velen parao”, no fue puesto en capilla ardiente dentro de un ataúd, si no que lo embalsamaron y, en un acto insólito, lo velaron de pie en su casa.
“Eso fue una de sus ocurrencias (...) Era bien amigo de los de la funeraria y siempre que los visitaba les decía: ‘Yo no quiero estar en una caja. Si algo me pasa, quiero que me velen parao’”, dijo su hermano mayor, Carlos.
No era un deseo morbo, explicó Carlos, sino todo lo contrario. “Su deporte favorito era contar chistes. Le sacaba una sonrisa a cualquiera”, añadió el joven.
Pegado a la pared
Pantoja era un bromista nato, señalaron sus allegados, pero cuando hizo sus arreglos fúnebres, se tomó la broma en serio.
“Lo habló varias veces con nosotros, y se lo dejó dicho a su familia”, explicó el embalsamador Moi Marín, amigo y ejecutor de la peculiar obra.
“Fue un procedimiento común y corriente. Solo que estaba agarrado con unos ‘straps’ a la pared para que no se fuera de frente”, añadió.
Durante la vela, “Pedro” tenía puestos espejuelos plateados Dolce & Gabbana, gorra de los Yankees, una enorme cadena plateada y los dedos gordos de ambas manos metidos en los bolsillos delanteros de sus pantalones.
Y delante suyo, un pequeño altar con flores, como para darle un espacio al “homenajeado”.
© 2008. Periódico Al Día. El contenido de aldia.cr no puede ser reproducido, transmitido ni distribuido total o parcialmente sin la autorización previa y por escrito del Periódico Al Día. Si usted necesita mayor información o brindar recomendaciones, escriba a webmaster@aldia.co.cr.