Pekín / DPA. Los Juegos Olímpicos son sexies. Lo prueba la tan hermosa como genial rusa Yelena Isinbayeva, que llevó el arte del flirteo con el público a niveles desconocidos hasta ahora.

También lo demuestra la nadadora estadounidense Amanda Beard, que prefirió ir al grano: simplemente se quitó la ropa ante los ojos de miles de lectores.

Un hecho irrefutable es que la gran mayoría de los 11.000 atletas, jóvenes en una enorme proporción, que están en Pekín trabajan y cuidan sus cuerpos como pocos, lo que provoca que las firmas deportivas y las propias federaciones exploten su belleza física, en pos de la promoción.

Pero, ¿cuánto de beneficioso tiene para los deportistas de élite despojarse de sus inhibiciones y mostrarse al mundo sin ropa?

“La pregunta sería: ¿el sexo vende? “El supuesto es que el sexo vende. El supuesto dice que, para que los deportes de mujeres sobrevivan, deben atraer verdaderos fanáticos, que son hombres. Y debes atraerlos según lo atractivas y cuán sexies que sean”, asegura la profesora estadounidense Mary Jo Kane.

Algunos deportes llevan consigo una carga erótica que para otros es difícil de alcanzar, como el voleibol de playa, principalmente en femenino o el atletismo con sus ajustados trajes.

Todo eso “sí vende, pero no puede traducirse en un mayor interés y respeto hacia los deportes femeninos”, afirma Kane, quien estudia el fenómeno.