Evelyn Fernández M.
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Pese a actuar en importantes escenarios como La Scala de Milán junto a artistas de gran trayectoria, Íride Martínez siente mariposas en el estómago cada vez que se presenta ante el público costarricense.
La soprano añora Costa Rica cuando está en Europa y afirma que su camino ha sido duro, principalmente por estar lejos de su gente, aunque se siente muy satisfecha con su carrera.
¿Cuando descubrió realmente que la ópera era lo suyo?
Alrededor de 1982, cuando estudiaba teatro en la UCR y paralelamente llevaba canto. Me gustó porque la ópera combina las dos artes (canto y actuación).
La llamada música popular es bastante competitiva entre los artistas. ¿La música clásica también?
No, no es tanto. Al inicio de la carrera la rivalidad es un poco infantil, pero después no. En nuestro medio hay gente muy solidaria.
¿Es difícil lograr un lugar y reconocimiento en el mundo clásico?
Sí, porque tiene que ver mucho con la capacidad de superación. Como en todo, hay muchos golpes en el camino y se requiere de fuerza para seguir. Estar lejos de casa ha sido lo más difícil para mí.
¿Cómo se prepara para cada presentación?
Mucha oración y demasiada concentración. El día que tengo concierto no hablo para nada, y una semana antes de una presentación larga sólo utilizo mis cuerdas vocales para ensayar. Mi único “tip” es la oración (ríe) y un “training autógeno” (autosugestión).
¿Cuál es su sentimiento cada vez que canta en Costa Rica?
¡Ay... muy lindo! (con tono melancólico). Creo que estaba más nerviosa cuando canté en el Teatro Nacional que en La Scala (ríe), es hermoso cantar frente a mi gente.
¿Cada vez que regresa a Alemania luego de estar en Costa Rica, añora este país de alguna manera?
¡Lloooro como una desaforada! (ríe). Sí, siempre. Por más que he pasado 20 años fuera, me hace mucha falta mi país.
¿Cuáles tradiciones costarricenses mantiene?
Preparo tamales, (ríe). Gallopinto casi nunca, pero no me pueden faltar los tamales para Navidad.
¿Piensa regresar a vivir en algún momento en Costa Rica?
Ahora no lo pienso, tal vez cuando me pensione.
¿Cuál considera que es la mejor etapa de su vida?
Esta (responde con firmeza), porque estoy muy segura de lo que hago, contenta con lo que he logrado y después de los 40 años las mujeres florecemos y entendemos mejor nuestro propio ser.
¿Cuál meta le falta llegar a cumplir?
Todavía me faltan un par de teatros en donde me gustaría cantar, el Metropolitan (Nueva York) y el de Viena. Pero eso no lo tomo como un fracaso, ya que estoy muy consciente de todo lo que logrado hasta hoy y estoy muy feliz por lo que soy.
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