Edgar Fonseca, Director de Al Día
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Patinazo en el Gobierno con el abortado reemplazo en una curul por un excónsul gravemente cuestionado.

El informe de la investigación cubierto por un extraño secretismo.

Las serias conclusiones a las que llega la Cancillería engavetadas.

Recomendaciones de drásticas medidas disciplinarias pero el caso culmina con trato de guantes de seda y en el más profundo silencio.

Al acrecentarse los cuestionamientos, explicaciones apresuradas, decisiones contra la hora y bajo presión.

Costoso daño en la imagen del Gobierno, una de las tareas prioritarias en amortiguar por la nueva vocero de Palacio. Amargo sabor en la opinión pública.

Si, sobre la base de un informe de inteligencia policial, se le advierte a la Cancillería de la insólita conducta del exfuncionario al movilizar entre países a un extranjero en presumida ilegalidad, ¿por qué no se dio cuenta oportunamente al Ministerio Público?

¿Por qué prevalece la salida inocua, la de la renuncia? ¿Qué ata al Gobierno para actuar con más claridad y contundencia? ¿Por qué tanto ocultismo?

Penoso ejemplo de un caso que contribuye a mayor desgaste de la imagen de gestión, cuando hay tareas más desafiantes como alistar al país para las “vacas flacas” que ya rumian a nuestra vera.

Asume la nueva titular de Comunicación una misión clave, si hay voluntad desde el máximo mando gobiernista en mayor identidad de causa común en el país.

En tiempos en que es poco lo que queda oculto, los gobernantes debieran reparar en la comunicación fluida, con la opinión pública, de lo contrario, cargos como el asignado a una diputada son armas de doble filo.