Esteban Cuvardic
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La noche del sábado se comprobó, una vez más, que Saprissa es la institución futbolera más grande del país.
Tiene más títulos (28) que ninguno, y en comparación a su gran rival, la Liga, lo ha logrado con menos años de existencia.
La Liga jugó el sábado por la noche como un “equipo pequeño”. Es decir, parecía San Carlos o Pérez Zeledón en las semifinales.
Al igual que norteños y generaleños, recibió dos goles en un lapso muy corto de tiempo. Imperdonable. Y su defensa fue un desastre. Y Pemberton, quien se vio inseguro por alto, falló en el segundo gol.
En general creo que la labor de “Popeye” Herrera y sus pupilos en el campeonato fue mejor de lo esperado. De eso no hay discusión.
Pero en la final fracasaron. Fueron incapaces, pese a que tenían dos goles a favor.
La diferencia entre Saprissa y Liga sigue siendo muy grande.
¿Los manudos van por buen camino? Pareciera que sí. Pero el sábado se demostró que sus jóvenes aún no están listos. Los mató el ambiente. Jeaustin Campos acertó de pleno.
En el clásico también hubo un protagonista: un “payaso”. ¿Quién? El utilero morado que se quiso hacer el gracioso, al impedir que Juárez lanzara un córner.
A más de uno le hizo gracia, pero para mí es un verdadero “payaso”, a quien deberían sancionar de alguna manera.
Sólo en un campeonato como el nuestro se ven cosas así, dignas de un torneo de “mejengueros” (con respeto para éstos).
