Iván Mraz
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Corre el minuto 25 del primer tiempo. El réferi pita y avisa a los capitanes que inicia “el tiempo del árbitro”. Los jugadores se acercan a sus respectivas bancas, se hidratan y después de dos minutos regresan al campo, a continuar el juego. Lo mismo se repite al minuto 70.

Por primera vez viví esta experiencia el pasado martes en la cancha SC Columbia, en la ciudad austriaca de Viena, donde el equipo juvenil de nuestra escuela de fútbol se enfrentó con el local.

Los funcionarios y aficionados del fútbol austriaco me aclararon que “el tiempo del árbitro” lo faculta a parar por dos y hasta tres minutos en cada tiempo, cuando considera que calor podría afectar el rendimiento y amenazar la salud de los actores.

Se está aplicando desde hace dos temporadas y tiene efectos positivos.

En el día del partido la temperatura rondaba los 25 grados centígrados. Pensé en los partidos de Primera en Costa Rica, jugados en el mediodía, cuando el calor seguramente es mucho mayor que en Austria.

Es curioso que tantas cosas inútiles se estén copiando en el fútbol tico, pero una tan importante como “el tiempo arbitral”, que protege la salud de deportistas, nos la negamos a aplicar.

O todavía peor, ni conocemos que existe, aprobado por FIFA. En el mundo del fútbol desarrollado se da.