Jueves 31 de julio de 2008, San José, Costa Rica
Sucesos | Orlando Villarreal apareció muerto en la cajuela de su carro en Nicoya
Taxista imploró por amor a sus hijos que no lo asesinaran
Lo habrían matado brutalmente para robarle el celular y ¢10 mil, según el OIJ
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    Los sospechosos fueron trasladados a la cárcel de Liberia. Julio Peña
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    El funeral de Orlando Villarreal fue antenoche y lo despidieron decenas de personas, entre amigos y familiares. Julio Peña

Julio Peña, corresponsal y Rodolfo Martín
rmartin@aldia.co.cr

Nicoya, Guanacaste.- Una y otra vez suplicó por su vida pero, sobre todo, rogó porque no quería dejar en el desamparo a su esposa y sus muchachos.

“¡No me mates, por mis hijos, no me mates, piedad!”, imploró a sus homicidas Orlando Villarreal Torres, taxista informal asesinado el sábado, a 100 metros de la quebrada El Silencio, en Santa Ana de Nicoya.

Así lo muestran los resultados de las investigaciones que despliega el OIJ de la ciudad colonial. Pero, no hubo piedad para la víctima, alias “Pota”.

Villarreal, de 31 años, apareció en la cajuela del Mitsubishi 2007 que había comprado, solo tres días atrás, en ¢10 millones.

La muerte fue brutal, según una fuente cercana al caso.

Estaba boca arriba y con los ojos abiertos. Lo habían matado para robarle ¢10 mil y un celular.

Los sospechosos son un nicaragüense y un tico de apellidos Aguilar y Obando, alias “Mario Nica” y “Puyón”, de 21 y 19 años.

El extranjero, oriundo de Managua, presuntamente, había “fantasiado” con “joder” a un taxista para “hacerse famoso”.

El sábado, al lado de dos miembros de su banda, creyó que había llegado ese momento.

Recorrió el centro de Nicoya buscando una víctima y cerca del parque abordó a “Pota”, quien le cobró ¢10 mil por un supuesto servicio a Corralillos.

Un menor de 15 años que lo acompañaba prefirió quedarse en las fiestas de La Anexión. Antes de montarse en el taxi los despidió diciendo “que Dios los acompañe”.

“Puyón” iba en el asiento del acompañante y “Mario Nica” detrás, según el OIJ.

A las 6:30 p.m., el Mitsubishi Lancer salió hacia Corralillos.

A esa misma hora, en su humilde casa, en el barrio San Martín, la esposa de “Pota”, mientras terminaba de acostar al menor de sus tres hijos, de 10 meses, recibía un mensaje, donde su esposo le decía: “Voy para Corralillos con dos bichos bien feos".

La señora, dos horas después, lo llamó varias veces, y como no contestó alertó a la Fuerza Pública y al OIJ. Hubo un rastreo sin resultados positivos.

Al día siguiente apareció el vehículo. El cuerpo presentaba múltiples heridas de arma blanca en el pecho, la espalda, las piernas, los brazos y la cara, según informó la Policía.

Además, tenía los dedos de las manos amputados, exposición visceral y la cabeza desprendida del tronco.

Escenario de muerte

El momento crucial de esa tragedia familiar, surgió cuando el taxista informal tuvo que, prácticamente, frenar para cruzar la quebrada El Silencio, según informes de última hora en poder del OIJ.

Esto, presuntamente, lo aprovechó “Mario Nica”, que iba en el asiento trasero, para clavarle el filoso puñal en el pecho.

“Pota”, herido de muerte, abrió la puerta del carro y corrió para ponerse a salvo, seguido por el extranjero.

A mitad de la quebrada, las fuerzas le fallaron y cayó.

El taxista “pirata” logró levantarse y el asesino le clavó el puñal por la espalda.

Las mansas y cristalinas aguas se agitaron y se tiñeron de sangre cuando, en un esfuerzo supremo, Villarreal luchó por su vida con Aguilar, y lo hirió en el brazo izquierdo.

En ese instante le gritó e imploró que le perdonara la vida.

“No me mates, por mis hijos, no me mates, piedad”, dijo.

Enfurecido por la herida, ávido de sangre, el extranjero le clavó el puñal una y otra vez en distintas partes del cuerpo, hasta que cayó boca abajo, en las aguas.

Para rematar la faena, al parecer, tomó a Villarreal por el cabello y le cortó la cabeza.

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