Antonio Alfaro, periodista
analfaro@aldia.co.cr

Están ya muy caros el arroz, los frijoles y los combustibles como para andar uno de “jetas” con las tarjetas.

Comercial: Eso de “jetas” probablemente es un costarriqueñismo, combinación de la palabra “jeta”, aceptada por la Real Academia, y la imagen popular de aquel que anda medio puesto al camino con la boca abierta.

Decía... el arroz pasó en el último año de ¢1.000 a más de ¢1.400 la bolsa de dos kilos; los frijoles, de ¢583 a ¢995 los 900 gramos, y los combustibles, mejor ni hacemos cuentas. ¿No es suficientemente alto el costo de la vida como para permitir, además, que los bancos se dejen nuestro dinero? Y lo peor: ¡ Por “jetas”!

Los ticos no sabemos usarlas –admitámoslo–. Los bancos, en cambio, son expertos. Le doy un ejemplo: ¿Alguna vez le han ofrecido una tarjeta de crédito totalmente gratuita, sin costo de anualidad alguna, más regalona que Colacho?

Me sucedió con el Banco Uno, aunque no descartaría que con otras entidades se presente lo mismo. Hablo de lo que me consta, por experiencia propia y ajena documentada. Un año después de aceptar la tarjeta gratuita, me cobraron cerca de ¢25 mil “por renovación anual de tarjeta”. ¡La letra pequeña del contrato! ¡La que nunca leemos! –pensé–. Pues no. Después de dos años y medio me enteré cómo funciona: si usted se da cuenta del cobro y reclama, le reintegran SU dinero. Si no lo hace: ¡muchas gracias!

¡Por “jetas”!