Ana Coralia Fernández
Periodista
paradigma@racsa.co.cr

A pesar de que la motivadora frase “¡Sí se puede!”, está de moda en el mundo entero, parece que una buena parte de quienes brindan servicios o información tienen tatuada en su frente y en su actitud la opuesta: “No se puede”.

Resulta alucinante comprobar que desde solicitar un préstamo millonario hasta parquear un carro, se complica ante la impostergable necesidad de estas personas de recordarnos que la burocracia, el papeleo y el deseo de entrabarlo todo es más fuerte que la intención de servir.

La actitud y la frase nos persiguen a los otros por doquier. Y por más cara de buenos amigos que pongamos y por más argumentos razonables que demos y por más iniciativa que destinemos a construir y a dialogar, la ignominia de quienes viven obsesionados por esta manía, nos roba energía.

¿Cuántas veces se ha sentido usted retado por el grupo de los del “no se puede”?¿Le ha pasado con su jefe, con quien le espera desafiante en la ventanilla o con quien se apega a los procedimientos para no tener que discernir? ¿Acaso se encuentra usted en este grupo y yo no tuve la delicadeza de advertirlo?

Si es así no me disculpe, que yo no disculpo tampoco a quienes vierten agua para oxidar el inmenso engranaje de posibilidades de todos los demás que a punta de esperanza, insistimos en que siempre hay una salida.