Alejandro Arley, periodista
aarley@aldia.co.cr

“¿Qué puedo hacer? Tengo a mis hijas a punta de pan y agua e’ azúcar”, me dijo hace unos días un exempleado de Domino’s Pizza que fue despedido a inicios de febrero.

La frase me golpeó en el alma y de verdad pude sentir la frustración de aquel hombre de 42 años que solo quiere poner un buen desayuno en la mesa de su casa.

En las últimas semanas he escuchado muchos testimonios, y créame, esta gente daría lo que fuera por trabajar… ¡en lo que sea!

Amigo lector, con todo respeto, déjeme hacerle unas preguntas.

¿Es usted de los que se quejan porque tiene que levantarse temprano o porque debe tomar dos buses para llegar a la oficina?

¿Es usted de los que protestan todo el día por las tareas que le tocan?

¿Es usted de los que le hablan mal de su trabajo a los amigos y familiares?

Bueno, si es así, lo único que me alegra de su caso es que los problemas y quejas son por tener trabajo y no por estar desempleado.

Piense. Conservar un empleo en estos momentos de crisis económica es una bendición que le permite a uno dormir tranquilo.

No malgaste su tiempo en quejarse de algo que le permite poner un desayuno decente en su mesa todos los días.

Mejor póngale ganas, que en la calle hay gente que desearían tener algo de lo mucho que tiene usted.