Alexander Aguilar, enviado
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Dallas, Texas. Por tradición histórica el fútbol costarricense se ha visto acompañado por dinámica y ritmo de juego lento, en comparación a la velocidad con que se desarrolla el balompié al más alto nivel internacional.

Este es un mal que la Selección quiere ir erradicando, para poder crecer a la altura de grandes equipos.

Sin embargo, hasta ahora no lo ha conseguido en la Copa de Oro, donde su nivel y ritmo han sido más que discretos. Pero este torneo es una parada excelente en busca de esa mejoría, como reconocen los mismos jugadores de la Tricolor, quienes desean subir esas revoluciones de juego en las canchas que han pisado durante este mes.

En Los Ángeles, Columbus, Miami y Dallas, la “Sele” ha tenido a su disposición canchas de fútbol de primer orden.

“Los terrenos aquí son de primerísimo nivel, muy aptos para jugar al fútbol y en nuestro país no estamos acostumbrados a eso”, dice el volante Pablo Herrera. “Poder jugar y entrenar en estas condiciones facilita el toque de balón, a uno o dos toques. Se busca el repliegue rápido de una zona a otra”, añade.

En los entrenamientos a lo largo de la Copa de Oro, el mismo seleccionador Rodrigo Kenton ha hecho hincapié en jugar con más velocidad, con más ida y venida, para que sus jugadores puedan ir subiendo las revoluciones, con y sin el balón, tanto en ataque como a la hora de defender.

“Estas canchas facilitan más el toque de balón y la dinámica, la bola corre más rápido, especialmente en el césped sintético, donde jugaremos el domingo”, comenta el volante – delantero Andy Herron, refiriéndose al nuevo estadio de los Dallas Cowboys, que tiene superficie artificial.

Ayer, por ejemplo, la Selección entrenó por espacio de hora y media en el estadio mundialista del Cotton Bowl, que tiene una gramilla natural de primer nivel. El sábado se conocerá si Esteban Sirias, quien ha estado lesionado, puede jugar el domingo.