Alejandro Arley Vargas
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Él era periodista, poeta y padre de un niño que ahora tiene tres años; ella, una joven profesora de Matemáticas que soñaba con estudiar diseño gráfico.

Sus vidas se entrecruzaron de forma trágica. Hasta donde saben las familias, se conocieron pocas horas antes de ser asesinados a balazos, el 19 de junio del 2008, en El Llano de Alajuelita.

La muerte de Julio Acuña Agüero de 34 años y Yoselin Rojas Chinchilla, de 24, carga hasta hoy un signo de interrogación.

El cuerpo de Acuña apareció unos 350 metros al norte del Mirador San José, cerca de su casa en El Llano. A Rojas la hallaron desnuda en el cruce que va de Santa Ana a Escazú, por la autopista Próspero Fernández.

El caso no se ha resuelto y los familiares se sienten abandonados por las autoridades judiciales. “Lo peor es no saber nada después de un año”, dijo ayer Tania Álvarez, esposa de Julio.

“No hay día que no piense en ella”, afirmó, con angustia, Olga Chinchilla, madre de Yoselin.

¿Qué pasó?

Según el relato de los familiares, Acuña acudió la noche del 18 de junio a la presentación del libro de un amigo en la sede del Instituto Tecnológico en barrio Amón, San José.

Para volver a su casa, abordó un bus de El Llano y fue ahí donde una amiga, identificada como Fanny, le presentó a Yoselin.

Decidieron ir al bar El Higuerón, que queda cerca de sus casas. Cuando salieron del lugar, Acuña acompañó a pie a Yoselin y Fanny se fue en otra dirección.

Lo qué ocurrió después sigue en el misterio.

Francisco Segura, subdirector del OIJ, indicó ayer que el caso está en investigación. La ausencia de testigos oculares y evidencia material han dificultado la labor, añadió.

“Estamos trabajando en la parte pericial de las pruebas y la localización de mayores indicios para poder localizar a los sospechosos”, afirmó Segura.

Una fuente judicial dijo a Al Día que una línea de investigación del doble homicidio se enfoca en determinar si están involucrados sospechosos de otros crímenes ocurridos el año pasado.

Mientras tanto, las familias temen que el caso quede impune.

“Las personas que investigan no se comunican con nosotros”, expresó la esposa de Acuña.

Buena muchacha

Yoselin daba clases de Matemática en la Universidad San Marcos y estudiaba Educación en la Universidad de Costa Rica.

“Era muy cariñosa, entregada a su carrera. Le gustaba la música, la pintura y la poesía. Extraño sus risas”, dijo su madre, quien la vio por última vez el día antes del crimen pues viajó de Puriscal para quedarse a dormir con ella en Alajuelita.

“Hizo el desayuno y se fue como a las siete”, recordó.

Lección de invierno

Hasta el corazón
se congela
y debo aprender
a arroparme
y ser dócil a las bufandas
y al par de medias
para dormir.

Mi amor ya no es aquel
latido del trópico
entre sábanas delgadísimas
pero algo de la poesía
se adquiere así...

Combato el frío
para imaginar ese calor
que coseché en tu cuerpo.

Poema de Julio Acuña, dedicado a su esposa. Barcelona, 18/12/2007.

Julio Acuña era apasionado de la poesía y los temas sociales. Trabajó con adolescentes en riesgo social en la fundación Paniamor y fue docente en un programa del MEP.

En 1999 empezó a trabajar como encargado de prensa del Centro Costarricense de Producción Cinematográfica en San José.

En junio del año anterior, laboraba en una galería fotográfica en Escazú y era director del periódico “La Nueva Prensa”, dirigido a la comunidad nicaragüense, contó su hermana Rocío Acuña.

El poeta escribió los libros “Ontología menor” y “Museo de espejos”, ambos publicados en España. En ese país realizó estudios con una beca. Era el menor de siete hermanos.